Dicho diputado -Juan Antonio Ruiz Castillo- fue jaleado por la multitud al grito de "¡valiente!". Sin duda, no es para menos. Vayan ustedes a saber lo que tendrá que aguantar este hombre por su participación activa en la concentración.
Lo que a los asistentes nos ha hecho sentir especialmente reconfortados han sido algunas relevantes diferencias con la manifestación anti-israelí (disfrazada de pro-Palestina) del pasado domingo 11 (sí, la de los "artistas"). Para empezar, nosotros no hemos acabado tirándole piedras a nadie. En ningún momento nadie ha tildado ni a Palestina ni a sus pobladores de asesinos, genocidas o terroristas (pese a que más de la mitad de los gazíes votó en su momento por el HAMÀS). No era una manifestación "anti-Palestina". Al contrario, abundaban las referencias a la necesidad de que Palestina tenga su Estado-Nación y que sea democrático. Nadie quiere echar a los palestinos al mar, eliminarles de la faz de la tierra o impedirles a toda costa que tengan su país.
En todo momento, en las declaraciones, en los cánticos, en las pancartas, ha habido una clara diferenciación entre Palestina y el HAMÁS ("Palestinos sí, terroristas no" se ha coreado varias veces y era el mensaje de numerosas pancartas). Justo lo que las manifestaciones anti-israelíes no suelen hacer. La defensa de los derechos y libertades de la población civil Palestina ha sido expresa y reiterada en la manifestación. Quienes de buena voluntad (es decir, sin camuflar su odio a Israel como apoyo a la causa palestina) se alinean contra Israel porque creen que hacen lo correcto, deberían de pensar por qué quienes apoyan a Israel exigen a UNICEF que proteja a los niños palestinos de la influencia de HAMÁS y que en Palestina se cumpla la Convención de Ginebra que prohíbe el uso de civiles como escudos humanos y la instalación de arsenales e infraestructuras militares en poblaciones civiles mientras quienes acusan de genocida a Israel siempre se olvidan de estas cuestiones. ¿Es para reflexionar o no?
Durante la manifestación, en dos ocasiones, se ha emitido por la megafonía una grabación de las sirenas que desde hace años suenan en poblaciones como Sdèrot o Ashkelon cada vez que HAMÁS lanza cohetes indiscriminadamente (no como el Tsahàl) sobre los civiles israelíes. Creo que muchos de los presentes sufrimos un escalofrío al ponernos en la situación de escuchar las sirenas y tener tan sólo 15 segundos para dejar lo que estés haciendo y ponerte a salvo implorando a tu Dios o al azar que no te toque la macabra lotería de que te caiga encima ese artefacto de muerte (muchos de ellos, fabricados y/o pagados por Irán).
El pueblo de Israel anhela la paz como ningún otro. Sus ciudadanos no incapacitados (hombres y mujeres) empeñan de forma obligatoria 3 años de sus vidas en el servicio militar y después vuelven a servir intermitentemente para mantenerse con capacidad de ser movilizados como reservistas hasta los 45 años. Si Israel se viera abocado a una guerra total, de los siete millones de sus habitantes, un millón serían incorporados a filas. ¿Qué país puede ser feliz con esa espada de Damocles sobre sus cabezas? Y aún así, Israel es uno de los estados-nación más exitosos de los últimos 60 años. Ha logrado establecer una convivencia interna democrática, pacífica, con un nivel de derechos civiles que en nada tiene que envidiar a europeos y norteamericanos, con una democracia más asentada que muchas europeas y con una división de poderes más vigorosa que -por ejemplo- la española. Han convertido parte del erial del desierto del Nèguev en un jardín próspero y es una sociedad dinámica que aporta progreso científico y actividad cultural al mundo. ¿Qué no podría ser Israel si sus vecinos no quisieran aniquilarle, si no tuviera que emplear tantos de sus esfuerzos en sobrevivir?
Los israelíes quieren paz, pero no la de los cementerios ni la de los hornos crematorios. Anhelan que HAMÁS, HEZBOLLÀH e Irán dejen de obstaculizar la solución dialogada al conflicto, que Palestina se erija en un estado democrático con quien tener relaciones comerciales y de vecindad pacífica, lo que supondría más progreso para Israel y un desarrollo enorme para Palestina.
La identificación sistemática del HAMÁS con Palestina es el verdadero triunfo de los yihadistas. Hasta tal punto han logrado que la histeria anti-israelí identifique lo que es bueno para los terroristas del HAMÁS con lo que es bueno para Palestina que apuesto a que el acto público en el que más inequívocamente se han defendido los derechos de los civiles palestinos, ha sido la concentración de apoyo a Israel.
Buenas noches.
ResponderEliminarYo no asistí a la manifestación (no me fue posible). Sobre la misma me parece realmente pavoroso esto que leí en un blog amigo. Se trata de unas octavillas repartidas por personal de la Embajada como recomendación de seguridad: "En caso de provocaciones por parte de elementos radicales mantened la calma y el espíritu pacífico de este acto y ( en rojo y subrayado) dejad trabajar a la policía.
Por vuestra seguridad, a la hora de disolver esta concentración, os rogamos salgáis de forma discreta, ( subrayado ) sin ninguna bandera o pegatina que os identifique con este acto y os alejéis de la zona rápidamente, avitando también cualquier posible provocación de elementos radicales.
Estad atentos a las explicaciones por megafonía".
Es increíble que estemos perdiendo, en nuestro país, estas cuotas de libertad. Es inadmisible.
Un saludo.