sábado, 11 de diciembre de 2010

Vargas Llosa recibiendo el Nobel: un discurso imprescindible

Pasarán muchos años hasta que a un liberal de tomo y lomo se le vuelva a proporcionar una tribuna tan mediática como el Nobel para poder decir unas cuantas verdades bien dichas. La Academia Sueca, tan amiga de lo políticamente correcto (es decir, del buenismo dominante que no es más que una máscara más del colectivismo que impera por doquier), ha profanado el sentido común otorgando premios de la paz a gente como el asesino Arafat, el manipulador Al Gore, un Obama apenas estrenado o la ONU, organización donde las peores dictaduras se ven tan representadas como las mejores democracias y se permite que las primeras traten a las segundas de tú a tú, como si su legitimidad fuera la misma.

Numerosas veces, el premio Nobel de Economía ha conllevado también su buena dosis de adoctrinamiento ideológico, como el que supuso la concesión a Paul Krugman. Incluso el Nobel de Literatura ha supuesto la promoción del colectivismo más rancio al ser otorgado a literatos que -independientemente de su mérito artístico- eran acérrimos defensores de ideologías trasnochadas (El recientemente difunto José Saramago es el ejemplo más cercano a nuestra cultura).

En un lapso de brillantez, los dos premios Nobel con más repercusión han recaído este año sobre dos figuras que se oponen al estatismo: El disidente chino Liu Xiaobo, ausente en la concesión del premio por la minucia de estar encarcelado por el régimen del gigante asiático, y el peruano y español Mario Vargas Llosa. ¿Cuándo hemos podido disfrutar de un discurso potente y sin grietas, valiente y firme como el que nos deja párrafos tan impagables como éstos?
Camus y Orwell [me enseñaron], que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada.

Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo
Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral
En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista y creí que el socialismo sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales.[...] Mi decepción del estatismo y el colectivismo y mi tránsito hacia el demócrata y el liberal que soy [...]fue largo, difícil, y se llevó a cabo despacio y a raíz de episodios como la conversión de la Revolución Cubana, que me había entusiasmado al principio, al modelo autoritario y vertical de la Unión Soviética, el testimonio de los disidentes que conseguía escurrirse entre las alambradas del Gulag, la invasión de Checoeslovaquia por los países del Pacto de Varsovia, y gracias a pensadores como Raymond Aron, Jean-François Revel, Isaiah Berlin y Karl Popper,
Padecemos menos dictaduras que antaño, sólo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudodemocracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua.
Es lamentable que los gobiernos democráticos, en vez de dar el ejemplo, solidarizándose con quienes, como las Damas de Blanco en Cuba, los resistentes venezolanos, o Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo, que se enfrentan con temeridad a las dictaduras que sufren, se muestren a menudo complacientes no con ellos sino con sus verdugos. Aquellos valientes, luchando por su libertad, también luchan por la nuestra.
[...]la transición española de la dictadura a la democracia ha sido una de las mejores historias de los tiempos modernos,

Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz.
Detesto toda forma de nacionalismo, ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con
la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia,






Señores, señoras, con ustedes, el Premio Nobel de Literatura 2010, el excelentísimo señor, don Mario Vargas Llosa. Lean, disfruten y reflexionen.



domingo, 5 de diciembre de 2010

Controladores descontrolados y un Gobierno dispuesto a todo

En el año 64 d. C. cuatro distritos de la Roma imperial fueron arrasados hasta los cimientos por las llamas. Otros siete fueron gravemente afectados por el pavoroso incendio (por entonces, Roma constaba de catorce distritos).

Hubo dos consecuencias principales de la devastación:

1) Se orquestó la primera persecución a gran escala contra una secta de surgimiento reciente, cuyos integrantes creían en un dios único que se habría encarnado en Judea, habría sido crucificado bajo la autoridad romana y habría resucitado a los tres días de su muerte.

2) El Emperador Nerón pudo ordenar la erección de monumentos que reflejaban su megalomanía, particularmente la Domus Áurea.

Desde entonces, mucho se ha especulado con que el propio Nerón promoviera el incendio. Las artes han sido prolijas al representar al sucesor de Claudio contemplando la catástrofe mientras toca la lira o la cítara.






Veinte siglos después, un gobernante que siempre se ha jactado de su carácter dialogante, ha sido el primero en decretar el Estado de Alarma en la democracia española. El decreto supone la militarización de diversos servicios públicos y la imposibilidad de disolver las Cortes Generales y convocar elecciones. La ¿sorpresiva? ausencia de los controladores en sus puestos de trabajo viene motivada por un decreto aprobado el primer día del puente vacacional más importante del año, el que más tráfico áereo (y de cualquier tipo) genera.

¿Era necesario o sensato aprobar dicho decreto justo antes del puente? La aprobación en una semana hubiera supuesto el mismo efecto legal pero la ausencia de molestias en un momento tan sensible. Una huelga salvaje (e ilegal) el próximo fin de semana no hubiera supuesto un transtorno comparable al actual, incluso aunque hubiera habido que militarizar igualmente a los controladores.

Pocas ganas tengo de defender a un colectivo monopolista y con funesta tendencia al chantaje, como me parecen los controladores. De hecho, mis dudas en este asunto provienen únicamente de que todo parezca defender la actuación del Gobierno. Sabiendo cómo se las gasta el peor Gobierno de la democracia española y su propensión a las cortinas de humo, los golpes de efecto y la vulneración fáctica de la legalidad vigente en su propio beneficio, ¿cómo no desconfiar?

Máxime teniendo en cuenta la actitud de "Talleyrand-Rubalcaba" en su última comparecencia, con ese rotundo "esto no volverá a pasar, lo garantizo". El hecho de que él haya querido apuntarse el tanto por encima de Pepiño y poder en un futuro sacar pecho de haber cumplido su compromiso, suena a enésimo trampolín para la sucesión de un Zapatero silente e inexplicablemente desaparecido, con lo que le gusta a él sorprender a la opinión pública con estas demostraciones de autoridad, como cuando ordenó la cobarde y pseudo-legal retirada de tropas españolas en Irak tras haber prometido el cargo (y con un Bono que no había hecho lo propio con el cargo de Ministro de Defensa pese a emitir la orden como tal).

La espiral ciega y egoísta de los controladores es descrita por uno de ellos, Francisco Capella, colaborador de Libertad Digital en esta columna y en esta otra.

La postura de los controladores aparece más o menos esbozada en este blog de un guionista atrapado en un aeropuerto de Londres y en este otro de una controladora aérea de lenguaje pedestre e iracundo. Por supuesto, hay webs más "oficiales" como http://www.controladoresaereos.org/, donde encontramos este vídeo del Presidente de Aena en el Senado diciendo lo contrario de lo que el decreto de Pepiño estipuló el pasado viernes.

Respecto del blog enlazado de la controladora aérea, Cristina Antón, llama poderosamente la atención la realidad del blog contrastando con algunas de sus quejas. Afirma que debido a los decretazos del Gobierno en lo que llevamos de año, no ha podido ver a su madre más de cinco días pese a que han operado en 3 ocasiones a su progenitora. Si nos creemos su versión, debemos verla como una esclava explotada sin piedad, obligada a prescindir de su vida privada, sin posibilidad de tener tiempo libre ni ponerse enferma, empujada a hacer dobles o hasta triples turnos, trabajar prácticamente 2 días seguidos y otra serie de calamidades laborales que sin duda alguna nos pondrían de su parte.

Pero lo curioso es que empezó el blog el 29 de agosto pasado y ya tiene 130 entradas... ¡en 98 días! Lo que supone casi una entrada y media al día. Con una extensión media de 3 páginas por entrada, en formato word y letra tamaño 12, estamos hablando de que en apenas 3 meses ha escrito casi 500 páginas, todo un novelón. Y lo más llamativo es que su actividad "bloguera" durante la crisis de las últimas 48 horas ha sido frenética, con ¡15 entradas! Y docenas de comentarios respondiendo a los comentarios de sus entradas. O está de baja (cosa que según ella misma, no puede) o no está en su puesto de trabajo o si está, escribe como una fiera mientras guía los aviones con la otra mano. ¿Cómo no se dedica a escribir esta buena mujer, prócer del buen uso del idioma y las buenas maneras y víctima victimísima?


Pero como he dicho más arriba, pese a que el Gobierno Zapatero parece haber tomado la decisión más socialmente aceptada de todo su mandato (si acaso, junto con la destitución de "Maleni", Bibiana y Moratinos) no parece todo tan blanco, ni negro, como los medios (incluidos los más críticos con el Gobierno) dan por hecho.

El tema está en la frágil legalidad de la declaración del Estado de Alarma y en las bravuconadas salvapatrias de Pepe Blanco, que han generado una serie de ángulos oscuros en el régimen legal de los controladores que ha provocado justo lo que se suponía que quería evitar: una huelga salvaje por parte de estos.

Cuestiones sobre las que regresaré en una siguiente entrada, cuando haya podido leerme más en serio los decretos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Aquiles Zapatero y la tortuga de la crisis

Zenón de Elea, queriendo apoyar la doctrina parmenídea sobre lo ilusorio del mundo sensible, estableció su famosa paradoja de Aquiles y la tortuga. El trágico héroe griego corría contra una tortuga a la que -por su vanidad y excesiva confianza en su velocidad- dejaba sustancial ventaja. Alegaba Zenón en su aporía que Aquiles jamás llegaría a alcanzar a la tortuga, puesto que siempre que hubiera recorrido el espacio que le separaba de ella, el quelonio habría avanzado un trecho más.

Siglos después, el cálculo infinitesimal desvencijaría la paradoja falsídica del de Elea. Pero del elegante razonamiento del discípulo de Parménides podemos extraer un curioso paralelismo con la interminable crisis económica y la funesta actuación del Gobierno de España.

Zapatero, henchido de soberbia, prendado de sí mismo, llegó a negar la crisis primero, ensayó interminables vericuetos dialécticos para ocultarla después y finalmente la achacó a los malos de la película (Bush, Aznar, los "mercados" y especuladores) y profetizó su final inminente. De hecho, casi pasó de negar su existencia a asegurar que ya estaba remitiendo. Se negó en redondo a combatirla, pues eso suponía aceptarla y tragarse sus palabras (algo que por lo general no le cuesta demasiado, pero en este caso sí porque entendía que suponía claudicar a la "dictadura del mercado"). Cuando le obligaron a actuar, lo hizo con medidas populistas y tardías.

Durante todo ese tiempo, no inferior al año y medio, Aquiles Zapatero le ha dado mucha ventaja a la crisis, al igual que el corredor de la paradoja hizo con la tortuga. Primero en mayo y ahora de nuevo a finales de año, Zapatero a regañadientes y bajo tremendas presiones internacionales ha renegado de sus muy publicitados ideales para aprobar las medidas que habrían sido eficaces contra la crisis hace 3 años. Algunas de ellas sólo suponen la eliminación de decisiones que empeoraron la situación agravando el déficit (la supuesta devolución de 400 euros por parte de Hacienda, los 2.500 euros por hijo y los 426 euros a parados de larga duración, medidas letales para el país pero muy efectivas a nivel electoral para el PSOE).

Pero hete aquí que cuando el valeroso Aquiles Zapatero ha recorrido ese trecho que supone adoptar estas medidas que tanto le cuesta tomar... la tortuga de la crisis ha avanzado otro trecho más, dejando a su competidor de nuevo retrasado.

Y es que las imprescindibles medidas de mayo y las actuales de diciembre, tan sólo han servido para ganar algo de tiempo y permitir abaratar la prima de riesgo de la deuda pública española con el invencible bund alemán. Es decir, no se consigue atajar la crisis, tan sólo seguir financiando un Estado que se desangra en el despilfarro de sus diecisiete irresponsables autonomías, tan caprichosas y soberbias en sus gastos como pedigüeñas y victimistas en sus exigencias de más y más dinero.

Lamentablemente para nosotros, ni Zapatero es el heroico Aquiles de los pies ligeros y arrojo sin par, ni la crisis es una tortuga lenta y sosegada, más bien una manada de bisontes que antes venía de frente, pero ahora nos atropella sin piedad.

Una de las características esenciales de un buen gobernante es ir por delante de los acontecimientos. Algún día se debería estudiar cómo Zapatero ha hecho con la crisis justo lo contrario. Siempre ha ido a remolque, primero dejándose llevar por la estúpida soberbia de que "eso no le podía estar pasando a él" y luego por no querer reconocer que él y su política, lejos de ser una solución o vacuna, eran justamente el problema más grave, la cepa más peligrosa del virus de la crisis. La improvisación forzada de Zapatero sólo supone una bombona de oxígeno medio vacía. Es cuestión de tiempo que se agote, pero seguiremos bajo el agua cuando lo haga. ¿Qué será lo próximo? ¿Abolir el PER y sus numerosos sucedáneos? ¿Reducción del número de ayuntamientos? ¿Despidos de funcionarios? ¿Limitar por ley el déficit de las Administraciones Públicas como ahora propone Rajoy?

Todas esas medidas probables en el futuro y las ya tomadas, habrían sido una buena protección contra la crisis o al menos una buena manera de limitar sus daños hace un lustro, o al menos, al principio de la actual legislatura, cuando la reciente victoria electoral legitimaba un reformismo mesurado. Ahora, son parches. El deterioro de la situación es tal que lo que antes era eficaz ahora sólo supone una descarga de electricidad que estimula transitoriamente al moribundo. De igual modo que un trasplante de médula puede salvar la vida de un paciente de leucemia si se realiza a tiempo, pero no cuando ya se ha dejado que el mal se desate en una metástasis generalizada por muchos otros tejidos del organismo.

Zapatero va con tres años de retraso como mínimo. Si España tiene un rapto de lucidez, lo máximo que él puede perder, es el sillón. Los españoles, en el mejor de los casos, podemos haber perdido una década.


jueves, 28 de octubre de 2010

Se rompe el tabú sobre la reserva fraccionaria

¡Quién nos lo iba a decir!
Casi he tenido que frotarme los ojos al ver el titular. De hecho, no las tengo todas conmigo de que al final no se trate de una elaborada broma o el protagonista salga de inmediato negando haber dicho lo que la noticia dice que ha dicho.

Pero antes, hagamos una introducción, una asunción de realidad:

Reconozcámoslo: los liberales somos minoría absoluta. El socialismo no es una ideología más, es "la ideología". No sólo la dominante, sino que se ha convertido en el sistema. Tiene variantes y sobre todo, gradaciones distintas, pero la mayor parte de la población mundial estima imprescindible un poder estatal casi todopoderoso que "ordene" (no sólo que regule) las relaciones entre países, entre grupos sociales e incluso entre individuos. Esta visión que sistituye al Dios de las religiones por el Dios-Estado, es agravada en lo relativo al económico. Las falsas creencias económicas catapultan a la mayor parte de la población mundial a una sensación de inseguridad y victimismo que les hace implorar protección. Ante ese miedo, la gente prefiere sacrificar parte (o toda) su libertad a cambio de protección (en realidad, a cambio de una falsa sensación de protección). El socialismo proporciona esa engañosa sensación y la barniza con un heroísmo violento y lleno de odio. El odio suele funcionar con más sencillez y eficacia que cualquier otra pulsión.

Pero es que además, dentro del liberalismo, la rama "austriaca" también es minoritaria. Creer que el liberalismo es una corriente monolítica o unidireccional es de una candidez ridícula. Muchos liberales lo son desde su conservadurismo. Otros se consideran tradicionalistas, otros han llegado al liberalismo desde su fe cristiana o judía, otros separan el liberalismo económico del social... En las creencias económicas la fragmentación es mayor y hay numerosas tendencias con fuertes raíces comunes pero con ramas que crecen en direcciones muy diversas y que en ocasiones llegan a entrechocarse. El "austroliberalismo", pese a los loables intentos de algunas organizaciones, también es bastante minoritario en España. Hay "muchos" que dicen conocerlo y defenderlo. Pocos pueden considerarse verdaderos representantes de esta tendencia. (En mi caso, pese a que reconozco mi tendencia a considerar a esta rama del liberalismo como la más convincente, reconozco sin reparo que mis limitaciones me impiden considerarme un digno representante de ella).

Una de las "ideas-fuerza" de esta rama del liberalismo, es la relativa a la abolición de la reserva fraccionaria de la Banca. En el último cuarto de siglo, probablemente quien ha aportado más y mejor a esta idea es un español, Jesús Huerta de Soto. Es conocido que sus tesis son muy contestadas por los pocos que se paran a debatirlas. Sobre todo por lo "revolucionario" que supondría pasar a un sistema bancario completamente distinto al actual. Ni que decir tiene que los prebostes del sistema actual son quienes más en redondo se niegan a plantearse tal medida.

Por eso mismo, ¿quién podría imaginarse que quien rompería el tabú sobre este tema, sería precisamente, UN GOBERNADOR DE UN IMPORTANTE BANCO CENTRAL?

Han leído ustedes bien. Si se han quedado patidifusos, ya somos dos:

El gobernador del Banco de Inglaterra


apoya "eliminar la reserva fraccionaria"



Hay esperanza. Seguramente ahora se le echen encima centenares de estatistas, pero la espita ha sido abierta. Incluso aunque finalmente no se llegue a nada, el liberalismo tiene una oportunidad única para defender sus ideas. Aunque eso será en otros foros, no en España. Pero seamos realistas: ¿realmente alguien pensaba que en un país tan socialista como el nuestro podría prosperar un debate similar antes que en EE. UU. o Inglaterra?


viernes, 22 de octubre de 2010

Lo que sé de Rubalcaba

Sé que negó hasta la saciedad la implicación del PSOE en el GAL.

Sé que lo encubrió, lo minimizó, hizo lo posible por desviar la atención y cuando no pudo negarlo, consiguió salir casi indemne de haber mentido durante años.

Sé que nunca dio explicaciones de los tejemanejes que la "Banda de Interior" perpetró contra quienes destaparon los GAL.

Sé que durante aquella época eran de uso común informes confidenciales sobre las vidas privadas de todo aquél que destacara en España, desde personaes tan aparentemente poco relevantes en la política como el entonces presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza, hasta Su Majestad Juan Carlos I.

Sé que la manera más sencilla de obtener, custodiar y emplear informes de ese tipo, es estar al cargo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Sé que la mayoría de las detenciones de etarras desde que Rubalcaba es Ministro del Interior, han sido en momentos en los que al Gobierno le interesaba desviar la atención de otros asuntos que comprometían su ya baja popularidad.

Sé que alguien como Rubalcaba ha logrado aunar lo peor del "felipismo" con lo peor del "zapaterismo".

Sé que no tendría escrúpulos en usar informes y dossiers contra sus enemigos de fuera y de dentro del Gobierno, por ejemplo, presionando al Presidente para que elimine a De La Vega o forzando su ascenso a Presidente "fáctico".

Sé que él es consciente de que no tiene imagen de líder, como si la tienen Felipe González o Zapatero, y que se siente más cómodo en el papel de aparente segundo de a bordo, aunque sea quien mande en realidad.

Sé que cada uno de sus actos está destinado a la obtención, ampliación o conservación del Poder.

Sé que si sobrevivió al felipismo, podrá sobrevivir a una regeneración en el PSOE que acabe con la etapa de Zapatero. Rubalcaba es ahora mismo, el verdadero núcleo fuerte del PSOE.

Sé que en tiempos de zozobra, uno prefiere abrazarse a los valores de toda la vida, se prefiere lo malo conocido que lo bueno por conocer o en términos de Zapatero, volver al redil del Grupo Prisa que continuar con ese romance con Roures y Mediapro.

Sé que Rubalcaba sabe que necesita decir alguna verdad evidente de vez en cuando para así cimentar mejor su credibilidad cuando miente sin rubor alguno.

Sé que no se quedará de brazos cruzados esperando una alternancia democrática. Ya tiene pensados varios escenarios y varias "soluciones" para conservar el Poder.

Sé que sabe que un partido puede seguir en el Poder aunque deje de estar en el Gobierno.

Sé que en el PP le tienen tanto desprecio como temor y que él sabe usar el uno para ir de víctima y presentarse como político tolerante frente a la derecha cavernaria y el otro para intimidar a sus rivales políticos.

Sé que teniendo un poder incontrolado, entramos en una etapa negra de la democracia española aún más tenebrosa que ninguna que hayamos vivido antes.

Sé que todo aquél que destaque en España es potencial objetivo de investigaciones personales. Que esos dossiers van a ser el pan nuestro de cada día, pero que la única manera de detectarlos será los cambios de oinión o de actuación de las víctimas.

Sé que en los cajones de los escritorios de Rubalcaba aguardan su momento numerosos casos de corrupción del PP para estallar en el momento preciso antes de las próximas convocatorias electorales, especialmente de cara a la batalla autonómica contra Aguirre en Madrid.

Sé que la peor artimaña que podamos imaginar, ya ha sido concebida, estudiada y valorada por Rubalcaba.

Sé que lo que queda del Gobierno Zapatero (sean meses, un año y pico o incluso una legislatura más) serán más duros para España que lo que ya ha pasado.

El zapaterismo ha muerto. Bienvenidos al "Rubalquismo".




miércoles, 8 de septiembre de 2010

Paro e inmigración: el peligro de una correlación equivocada

Ahora mismo, en la mañana del día 8 de septiembre, la edición digital del diario El Mundo publica una encuesta de libre participación para sus internautas y usuarios donde pregunta si "existe relación entre la tasa de paro y el número de inmigrantes". Son casi las 13 horas y con más de 13.000 votos emitidos, un abrumador 78% de personas considera que sí.

Cabría decir que la respuesta no señala cuál es la correlación entre ambos datos, pero la misma es sugerida por un epígrafe de la portada de El Mundo de hoy, donde señala que España acoge a más inmigrantes que Reino Unido, Francia o Italia y que la tasa de inmigrantes en España es el doble de la media de la UE, igual que la tasa de paro.

La sugerencia del segundo diario más leído de España es obvia: a más inmigrantes, más paro.

Esta idea no sólo es falsa, sino que además es peligrosa. Para empezar a desmontarla, hemos de decir que el "boom" de la inmigración en España no se ha producido en los 3 últimos años de crisis, sino en los diez anteriores, donde hasta el 2007 España creó empleo y en los primeros años de siglo, a un ritmo inusitado, llegando a crear uno de cada dos nuevos empleos en la Unión Europea. Esa prosperidad (que no era tan sólida, por lo que se ha visto) no era "a pesar de los inmigrantes" sino en gran parte gracias a ellos.

Hemos de continuar indicando que los inmigrantes escogen sus destinos con cierta racionalidad y lógicamente, preferirán acudir a un país que crea empleo que a uno que lo destruye. Por eso mismo, en los dos últimos años se ha incrementado la tasa de extranjeros que regresan a sus países, especialmente iberoamericanos y el flujo de nuevos inmigrantes ha dejado de crecer como lo hacía antaño e incluso se ha reducido en los casos de algunas nacionalidades (de nuevo, singularmente los iberoamericanos).

Menor ha sido el cambio en el caso de los magrebíes y subsaharianos por una sencilla razón: por mucha crisis que tengamos en España, los países de los que ellos vienen están mucho peor. El inmigrante lo que pretende es ir a mejor. Si viene de un erial, la crisis en un país europeo le puede parecer un escenario muy aceptable.

Es obvio que en un contexto de destrucción de empleo, habrá muchos inmigrantes arrojados a las garras del paro porque los empleos que desempeñan suelen ser de baja cualificación (servicios de limpieza, hostelería y similares) o pertenecientes a sectores con los que la crisis se ha cebado (construcción).



Denunciar la tasa de inmigrantes cuando tenemos un 20% de paro y silenciarla cuando ese paro era del 8% no sólo es hipócrita, sino una demostración de hasta qué punto las mentiras socialistas imperan en la mentalidad de muchos que dicen combatir el socialismo. Si realmente hubiera más paro debido a que hay más inmigración, la solución para crear empleo sería simple: echar a "los que sobran". Y claro, para ello se aplicaría un criterio de "preferencia nacional", aunque eso supusiera echar al inmigrante eficaz y apto en su trabajo y conservar al nacional vago e inepto. Un ataque al principio del mérito y la capacidad muy del gusto socialista.

¿Por qué digo que esta mentalidad es socialista? Porque se ancla en el prejuicio socialista de que el trabajo es algo estático que hay que repartir, que la riqueza es una tarta que ni crece ni decrece y que es responsabilidad del factotum estatal el distribuirla entre unos ciudadanos pasivos que sólo pueden mendigar la ayuda pseudodivina que el Estado les dé cual maná en el desierto.

La expulsión de grandes cantidades de inmigrantes no crearía empleo, sino que supondría una contracción de la demanda en muchos sectores económicos que destruiría aún más puestos de trabajo. Además, imposibilitaría que muchos empresarios ajustaran sus márgenes comerciales exiguos al no poder contar con una mano de obra que suponga una menor carga salarial en sus gastos (en los sectores menos intervenidos por el Estado y menos saboteados por los sindicatos, muchos inmigrantes aceptan salarios más bajos y posibilitan la prestación de servicios a precios más competitivos para el consumidor, lo que finalmente reporta beneficios a toda la sociedad aunque los socialistas sólo vean al trabajador que ha dejado de ser empleado por no aceptar el mismo salario que el inmigrante).



En definitiva, echar la culpa del paro a la inmigración es un argumento tan falaz y peligroso como el de los neo-malthusianos cuando proclaman que con menos población viviríamos mejor.

Este tipo de falacias socialistas ponen en bandeja la ebullición de movimientos xenófobos que se traduzcan en actos violentos. Facilita la adopción de más medidas distributivas e intervencionistas por parte de gobiernos demagogos y culpabiliza a una parte esencial de nuestra ciudadanía como responsables de un fenómeno que en realidad sufren en primera persona.

Como en otras ocasiones, algunos liberales conservadores puede que vean en mis argumentos cierto "buenismo". Yo no niego los muchos problemas que un fenómeno como la inmigración puede causar, y más con la desastrosa gestión que los sucesivos gobiernos españoles han hecho del caso. Lo que no acepto es la sumisión ante prejuicios colectivistas y su inmersión en la lógica liberal a través de extrapolaciones economicistas aberrantes. No me vale el tan manido argumento de que hay inmigrantes que vienen a mamar de la teta estatista o a delinquir. Claro que los hay, ¿tantos como españoles? Aunque fueran más los extranjeros con ese comportamiento, la responsabilidad no deja de ser individual y convertirla en colectiva vuelve a ser una traición al individualismo liberal y un acto de sumisión al colectivismo comunistoide al que tanto le gusta colocar etiquetas de "buenos y malos", "ellos y nosotros", "explotadores y llamados a la victoria final".

Los inmigrantes no han manipulado los tipos de interés desde los bancos centrales, no han eternizado un sistema laboral franquista y obsoleto, no son los culpables de la mafia sindical ni del marasmo empresarial español, no son quienes han diseñado un sistema autonómico que multiplica el estatismo en fractales infinitos. ¿Realmente son ellos los que han hecho que el paro esté en el 20%?

¡Venga ya, hombre!

domingo, 5 de septiembre de 2010

Memoria, Dignidad, Justicia.

Hoy es el día de recordar que son casi mil los asesinados.

Hoy es el día para no olvidar que son millares los heridos (física y psicológicamente).

Hoy es el día para tener en cuenta que decenas de miles han sido y son amenazados directos.

Hoy es el día para valorar que más de doscientos mil han tenido que exiliarse de su propia tierra.

Hoy es el día de volver a decir que la extorsión generalizada ha sido la norma.

Hoy es el día de rememorar que todo un país y los derechos a la vida y a la libertad de quienes lo habitan, no pueden depender de la graciosa voluntad de una pandilla de asesinos.

Hoy es el día de acordarse de las masacres de Hipercor y de la casa cuartel de Vic.


Hoy es el día de volver a sentir que todos somos Miguel Ángel.






Hoy es el día en que decimos con firmeza que no nos olvidamos de las torturas a Juan Antonio Ortega Lara.





Hoy es el día en que debemos dejar claro que sabemos que las serpientes nunca dejan de serlo.

Hoy es el día en el que la Memoria debe ser nuestra guía para que podamos mantenernos en la búsqueda de la Dignidad, que será la única senda para llegar a la Justicia.


Hoy es el día.

Y mañana; y mañana; y mañana.

Porque algunas cosas son demasiado importantes como para sólo acordarse cuando hay un cadáver reciente.


Ellos no han cambiado y tienen las cosas claras. ¿Y nosotros?


"Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y acabaremos a carcajada limpia. Esta última acción de Sevilla ha sido perfecta; con ella, ya he comido para todo el mes."


(Iñaki de Juana Chaos, miembro de eta, recordando el asesinato del matrimonio Becerril).

miércoles, 11 de agosto de 2010

A vueltas con los derechos de los homosexuales -Debate con Luis H. Arroyo

¿Tienen los homosexuales valores distintos a los heterosexuales? ¿Supone la adquisición de derechos civiles por ese colectivo una subversión de los valores que han hecho progresar la sociedad?

Estas dos preguntas permanecen latentes en el intercambio de pareceres -para mí siempre interesante y didáctico- surgido con Luis H. Arroyo, el del Cuaderno de Arena, quien hace honor a aquella frase de Hayek que decía que "para que un economista sea un buen economista, no debe de saber sólo de Economía".

Como siempre, en un intercambio de opiniones se van marginando las concordancias para hincarle el diente a las discrepancias, actitud mucho más honesta y fructífera que la de los sandios que se refocilan en sus coincidencias haciéndose la mutua pelota. Estoy en amplio desacuerdo con algunas de las afirmaciones de Luis y sobre todo con lo que puede derivarse de dos o tres puntos de vista que mantiene, pero intentaré ir paso a paso sin dejar de lado ningún aspecto del debate.
EXHIBICIONISMO HOMOSEXUAL

En mi última entrada ya dejé claro que el exhibicionismo no es sólo homosexual pero que éste está mucho menos tolerado por razones obvias:

1) Porque resulta menos sugerente a la mayoría de la población, que es heterosexual.

2) Porque tradicionalmente ha sido mucho más frecuente el exhibicionismo heterosexual (y lo sigue siendo, no hay más que ver la publicidad, el cine, las series de tv...) con lo que hay un poso social o una especie de "callo" cultural que ve esa exhibición permanente de la heterosexualidad como algo endémico del paisaje social.

3) Porque el exhibicionismo homosexual es mucho más agresivo, debido precisamente a la situación de ocultación y discriminación de la que provienen los gays. Es como si de repente tuvieran que "recuperar el tiempo perdido" y vengarse de quienes les han discriminado o les ven con prejuicios como si dijeran "sé que no te gusto, pues me vas a tener que aguantar por narices". Pero esto es sólo predicable de una minoría del colectivo homosexual, que lamentablemente proyecta su imagen sobre la mayoría.

Dice recientemente Luis que ha "descubierto" gracias al comentario de Violante Cabral que no le molestan las tendencias sexuales privadas sino el exhibicionismo público. A mí me parecía evidente que ése era su caso (como el de muchos entre los que me cuento con mayor o menor intensidad), por eso he usado las comillas en lo de descubrir. Pero es obvio que a Luis, como a casi todos (también a mí) le pasa mucho más inadvertido el exhibicionismo heterosexual constante y omnipresente y/o le/nos molesta menos.

Por otra parte, aún no le he leído a Luis ni una sola frase reconociendo lo que a mí me parece evidente: los que van en las cabalgatas del Orgullo Gay, ni son todos homosexuales ni todos los homosexuales van en la cabalgata. Hace falta decir hasta la extenuación que la mayoría de homosexuales no van pregonando su condición, no porque se avergüencen de ella sino porque la consideran un tema personal y ven cada vez con más recelo y hastío la deriva carnavalesca y totalitaria de parte del colectivo gay (el más cercano al poder, por cierto). Creo que es imprescindible comentar esto cuantas veces haga falta, precisamente para que ese germen totalitario que con acierto denuncia Luis en los lobbys gays, cuente con una victoria que no les podemos permitir: que consideremos que ellos son todos los homosexuales, que los representan a todos, que no hay homosexuales que no piensen en todo como ellos lo hacen. Solemos hacer esta salvedad elemental con los nacionalistas y los habitantes de las regiones que aspiran a tiranizar, ¿por qué no hacerla con un colectivo mucho más fragmentado pues no puede ser deducido de un ámbito geográfico específico?

Por otra parte, contra el vicio de la exhibición está la virtud de la indiferencia o el "no mirar". Yo he acudido varios años a ver la monótona y politizada (por los progres) cabalgata del Orgullo Gay, con una mezcla de curiosidad y perplejidad. Cuando me aburrí de ver famosillos (todos de la secta de la "Zeja") y cuerpos semidesnudos contoneándose al son de la música maquinera (y es fácil aburrirse pronto porque es todo el rato lo mismo) me salí del jaleo con mis amigos y nos fuimos de bares, ya fuera a Chueca o a aledaños. Prefiero que ese tipo de contoneos se den en situaciones mucho más íntimas y con música más de mi gusto.

Entiendo que los lobbys han logrado un nivel de presencia que resulta cansino, pero nunca como hoy hemos tenido tantas posibilidades de ocio que nos permiten desconectar de los sectores de la realidad social que nos resultan fatigosos. Pero el Día del Orgullo Gay ya hace mucho que derivó en una nueva excusa más que esta sociedad se da para salir de la rutina por unas horas y si es multitudinario no es por la reunión de homosexuales sino por los muchísimos heterosexuales que acuden/acudimos, aunque sea ocasionalmente, en compañía de amistades o parejas, a un lugar donde sabes que hay más juerga de lo normal. Como ya mencioné, tiene mucho más que ver con el hedonismo que con el movimiento gay, el primero es una corriente aún más amplia que el segundo.

LIBERTAD Y EMIGRACIÓN

Además, Luis me hizo un interesante comentario del que me gustaría opinar. En mi anterior entrada y las réplicas a las respuestas, mencioné que hoy en día, pese a la no discriminación oficial, persiste en no pocos ámbitos un claro prejuicio homófobo (esperemos que don Pío Moa no nos regañe por emplear la palabra dichosa, aunque dudo que se pase por este blog, lástima... para él, claro). Eso provoca una migración de personas hacia núcleos de población más grandes buscando una comodidad y libertad que acaba derivando en el establecimiento de barrios como Chueca o el "Gayxample". Luis comentó esto:
[...]y por fin, sobre la emigración del pueblo, no es la primera vez que se busca la libertad en la ciudad, cuna de ella. En un pueblo no pretendas que adopten las costumbres cosmopolitas, ni esta ni ninguna. El destino de todo el que destaca, en lo que sea, bueno o malo, es largarse. Y lo del Ghetto ¡lo fomentan ellos mismos! paradas, carnavales, barrios tomados (no por que los hayan recluido ahí...) pero por favor, es que Chueca es un ghetto! No me compares esto con los ghettos judíos, Carlos, por favor.

En ningún momento he querido comparar a Chueca con el gueto de Varsovia u otro de aquel ominoso tipo, por supuesto. Lamento si algo similar se ha derivado de mi uso de la palabra "gueto" (le doy mucha importancia a esta aclaración, que consideraba innecesaria, por mi personal aprecio al pueblo judío), pero creo que Luis exagera un tanto. Él mismo reconoce algo en lo que concordamos: la mayor libertad inherente a las ciudades grandes, con lo que reconoce asimismo que SÍ existen lugares donde la homosexualidad aún supone dificultades en el desarrollo vital de quien la siente.

Sobre que el gueto sea fomentado por sus propios integrantes, creo que se debe matizar que es más fácil establecerse en un lugar donde hay más gente como tú, como les pasa a los iberoamericanos, a los magrebíes, a los rumanos... Tiene una vertiente positiva, que es que puede acelerar el proceso de integración sin demasiados traumas, y otra negativa, que es que un exceso de aislamiento de ese grupo social acaba logrando justo el efecto contrario, una falta de integración que finalmente puede devenir en una serie de conflictos mucho peores. El ejemplo son numerosos suburbios periféricos franceses. En el caso de los homosexuales, no tiene nada que ver, no hay una barrera idiomática ni cultural, por lo general, tampoco económica (de hecho, Chueca ha pasado a ser un barrio "bien" tras ser tomado como "sede urbana" del colectivo gay cuando antes era un barrio bastante complicado y con altas tasas de delincuencia). Por cierto, un dato para la reflexión y que a los Zerolos de turno les irrita bastante y procuran ocultarlo: en el barrio de Chueca, las elecciones las gana el PP, y no por poco.

Y de nuevo, la frase de Luis "El gueto lo fomentan ellos mismos" supone una generalización muy del gusto de los lobbys rosas. También hay homosexuales que no quieren vivir en ese tipo de barrios precisamente porque no quieren que su residencia sea una especie de "marcador social" de su condición sexual.


LOS "VALORES HOMOSEXUALES"
Pero la cuestión que considero más relevante del comentario de Luis, se da en las siguientes líneas:



Un padre/madre homo hará lo posible para estar orgulloso de su hijo/a, y le inculcará los valores homosexuales inevitablemente. No me imagino a un padre hetero fomentar la homosexualidad (aunque la acepte resignadamente si su hijo lo es). Vamos a ver: estás confundiendo los términos. Y no niego el derecho a ejercer la inclinación que la naturaleza le ha dado, pero de ahí a pensar que la adopción es guai, va un abismo.
¿Los valores homosexuales? ¿Cuáles son? ¿Supone esto que existen unos "valores heterosexuales" contrapuestos? Pues yo, como heterosexual, reconozco mi ignorancia respecto a estos últimos. ¿Los valores de la persona se determinan por su condición sexual?

Leyendo estas líneas de Luis, pareciera obvio que unos padres homosexuales desearán que su hijo herede su inclinación sexual. No dudo de que los habrá, pero salvo que veamos a la homosexualidad como negativa, esto no debería ser preocupante. Yo creo que es más sencillo que unos padres homosexuales, que quizá hayan sufrido por su orientación, sean más respetuosos con la orientación sexual de su hijo de lo que la sociedad fue con la orientación sexual de ellos. Es común que todo padre desee para sus vástagos un mundo mejor que el que ellos han tenido a su alrededor. Esto no siempre se cumple, obviamente, pero es una tendencia probada. Como también lo es que de padres heterosexuales nacen y se crían hijos homosexuales. O hijos deshonestos de padres honestos, o viceversa (esto es más difícil, porque siempre es más fácil de contagiar lo malo, pero salvo que consideráramos ya claramente negativa a la homosexualidad, no debería preocuparnos).

Además, Luis no se imagina a un padre hetero fomentando la homosexualidad, con lo cual, da a entender que no se imagina a un padre gay fomentando en su hijo la heterosexualidad. Lo que veo, es que tampoco se imagina a un padre que no fomente e inculque una sexualidad determinada en sus hijos sino que intente fomentar la libertad de elección, ya sea "racional" o siguiendo los irracionales instintos del hijo o hija.

Yo no soy padre y Luis sí lo es, por lo que debo ser extremadamente cuidadoso puesto que no quisiera que crea que cometo la osadía de opinar sobre su desempeño como padre, cosa que no me atrevería y además no tengo motivo alguno para dudar de su buen hacer, antes al contrario. Pero lo que sí quiero decir, es que no creo que todos los padres heterosexuales "acepten resignados la homosexualidad de su hijo si se da", y en esto sí puedo hablar desde la experiencia porque conozco casos en los que los padres han apoyado a sus hijos cuando estos han "salido del armario", no con alborozo por su homosexualidad ni con resignación, sino contentos por la más o menos libre elección de su hijo.








Yo no considero que por ser heterosexual tenga que tener unos valores determinados distintos a los que tendría de ser homosexual
. Mis valores se incardinan en el liberalismo clásico y con toques, a veces muy intensos (que me gustaría que fueran eclécticos), de autores mucho más modernos e incluso actuales. Si un "valor heterosexual" es considerar la homosexualidad una desgracia, no perseguible y respetable, pero una desgracia al fin y al cabo, declino ser partícipe de ese "valor heterosexual". Niego rotundamente que mi condición sexual suponga que mi ideología sea determinada por mi conjunto de reacciones hormonales. Entre otras cosas porque eso supondría que mi ideología sería mudable con un determinado tratamiento farmacológico, por ejemplo, la hormonación necesaria para poder adquirir caracteres físicos femeninos (hormonación que llevan a cabo los transexuales nacidos hombres que se sienten mujeres). Esa opción de cambiar ideas mediante fármacos, me parece más típica de alguna novela de pesadilla futurista de Aldoux Husley y toda mi RAZÓN se rebela contra ella.

Esto hace que Luis me considere "racionalista" algo que no considero peyorativo (cosa distinta es ser "hiperracionalista" que supongo que es lo que él quería decir). Después hace interesantes comentarios sobre la base irracional de la sociedad, Hayek y von Mises. Cuestiones sobre las que me gustaría volver en un próximo post, por interesantes y porque éste ya me ha quedado demasiado largo, por lo que pido disculpas.

Saludos.

domingo, 8 de agosto de 2010

Homofobia, Libertad, normalidad y moralidad (II)

¿Es la homosexualidad una práctica antinatural? ¿Es inmoral? ¿Supone su aceptación una involución? ¿Acaso la tolerancia hacia ella conlleva un socavamiento de la civilización disfrazado de aumento de las libertades invididuales?

Aunque el fragor del debate acaecido a raíz de la autodefinición de Pío Moa como homófobo ya ha quedado apagado (no he podido escribir esta entrada antes) es obvio que las preguntas iniciales laten en el debate generado acerca de la homosexualidad y especialmente, acerca del reconocimiento a los homosexuales de determinados derechos civiles como el "matrimonio gay" y la adopción a cargo de parejas gays.

En la anterior entrada ya expuse por qué considero la autoimputación de Moa como homófobo, no sólo torpe, sino tramposa por suponer una dilogía insostenible y además peligrosa. Él se declara homófobo por estar contra las "maffias rosas", lo cual es tan incoherente como declararse "catalanófobo" por estar contra el nacionalismo catalán. Evidentemente, pocas muestras de aprecio hay tan contundentes hacia Cataluña y los catalanes como pugnar por que se liberen del yugo del nacionalismo. De seguir empeorando el cáncer "supremacista" e intervencionista de muchos lobbys gays (todos ellos de corte estatista), pronto pasará lo mismo: que la mejor muestra de aprecio hacia la comunidad gay será luchar por que se liberen del yugo de esos lobbys.

Pío Moa sostiene su declaración alegando que al fin y al cabo los grupos de opinión dominantes generan unas "palabras policía" y que por tanto, homófobo se usa para todos los que se oponen a los tejemanejes de esos grupos gays como el nacionalismo catalán (la analogía es mía y de otros, no la ha usado Moa) nos tacha de catalanófobos a quienes nos oponemos a sus ideas.

Esto es altamente inconsistente. Nadie duda de que Pío Moa se opone a los nacionalismos excluyentes, su obra historiográfica le avala tanto como sus numerosísimos artículos de opinión. Y sin embargo, no se le ha ocurrido titular una entrada en su blog "Yo soy catalanófobo, naturalmente".

La añagaza dialéctica de Moa para no tener que recular, alegando que "asume que se le denomine según la palabra-policía" cuyo uso se supone que denuncia, supone rendirse en una batalla tan importante como la del lenguaje: si consideras que esos grupos a los que te opones pueden etiquetarte como quieren, entonces realmente no eres beligerante con ellos, sólo te pones de perfil y no te atreves a ir de frente. Moa considera que va más de frente y que es aún más valiente por dejarse etiquetar, por rendirse ya en lo que a la Lengua constriñe, como si les diera ventaja a esos lobbys para así encabezar una lucha más heroica.

En mi opinión, el título de su post inicial sólo quería causar revuelo (objetivo cumplido) y luego tuvo que recurrir a logomaquias de titiritero para no reconocer su torpeza. Yo creo que su testarudez y orgullo se impusieron a su capacidad de análisis. Hasta el mejor escriba echa un borrón.

No obstante, a lo largo del debate desgrana afirmaciones que han sido muy aplaudidas por gran parte de los comentadores de la discusión. A saber:
-"La homosexualidad es una tara (como la miopía o la cojera), pero no se me ocurre juzgar a mis amigos homosexuales a partir de su desgracia" (no cae en la cuenta de que ya lo acaba de hacer).

¿Es una tara o desgracia la condición de homosexual?

Cabe decir que en un entorno que discrimina al homosexual, es obvio que así es, como hace años en un entorno de algún condado sureño bañado por el Mississippi, la condición de negro era una desgracia por el contexto hostil al que se enfrentaban. Pero Moa no se refiere a esto, obviamente, sino que considera al homosexual víctima de un evento que le disminuye como persona o que reduce las posibilidades del normal desempeño de sus funciones (al igual que el cojo o el miope, como él mismo dice).

Sin duda es una afirmación impopular. A nadie le gusta que le tilden de tarado o desgraciado por una cuestión de su identidad. Pero vayamos más allá de lo políticamente correcto (como intenta hacer Moa y suele conseguir, lo cual es loable). ¿Es comparable la tendencia sexual a la imperfección de algún órgano fisiológico o conjunto de ellos? Evidentemente no.

En esto, Moa en particular y el resto de contendientes en general, me vuelven a decepcionar. Porque es obvio que la homosexualidad consta de unos elementos psicológicos muy influyentes. Cosa que muy rara vez tienen la miopía y la cojera y ya no digamos el labio leporino o la escoliosis. Puede ser que Moa reduzca a la persona a un conjunto de reacciones bioquímicas y una pléyade de conjunciones hormonales. Quizá piense que el ser humano es un amasijo de interconexiones electroquímicas y que las psicológicas son sólo la manifestación cerebral de ese mejunje de elementos. Muy pobre sería esa visión del ser humano, pero si don Pío lo cree, allá él. Se entendería entonces a la persona desde una mera visión de determinismo bioquímico, donde la personalidad supone apenas una manifestación del bullicio hormonal que desde dentro de nosotros reacciona al entorno.

Otros pensamos que las personas somos seres BIO-PSICO-SOCIALES y que esos tres ámbitos influyen en porcentajes y maneras muy dispares de unos a otros y no siempre de la misma manera en la misma persona.

Para Moa, el homosexual padece algún tipo de disfunción que le impele a sentirse atraído por los de su mismo sexo. Pero aquí hay que aclarar que la comparación con la cojera o tara similar carece de lógica: el homosexual no tiene imperfección alguna en, por ejemplo, el funcionamiento de sus órganos sexuales (aunque reducir la sexualidad al empleo de los órganos sexuales ya supone un error). Y de tenerla, eso no le conceptúa como homosexual, ya que no hay ninguna tara genital que no pueda ser igualmente tenida por los heterosexuales. En el caso de los varones, se especula con que los castrados a una edad temprana son más afeminados. Obviamente aquí sí hay una cuestión hormonal de por medio, que si ha influido en la pubertad (cuando nuestros cuerpos adquieren los llamados caracteres sexuales secundarios) puede resultar en un cuerpo menos masculino, más andrógino, pero no necesariamente en una tendencia sexual (la cual, en el caso de esclavos castrados, por ejemplo en el Imperio Otomano hace siglos, era determinada más por el entorno, como el caso del lesbianismo en los harenes).

No podemos decir, por tanto, que una disfunción fisiológica concreta suponga una mayor tendencia a la homosexualidad. Se complica pues el seguir insistiendo en la homosexualidad como una tara física (ejemplo usado por Moa). Algunos de sus defensores (y en las palabras del propio Moa parece deducirse) afirman que el hecho de que el homosexual, si es fiel a sus tendencias, no pueda tener descendencia. De nuevo se echa mano de un reduccionismo consistente en que es disfuncional aquel ser humano que no tiene capacidad de reproducirse. Pero es que en el caso de los homosexuales, no existe esa incapacidad biológica (y de haberla, por ser la mujer o el hombre estériles, por ejemplo, eso no tiene nada que ver con su tendencia homosexual) desde un punto de vista fisiológico. Y si Moa considera que sí existe desde un punto de vista psicológico, de nuevo es incoherente, porque aquí ya reconoce la influencia de la psique sobre la genitalidad. Con ese mismo criterio, el que renuncia a sus instintos sexuales por una cuestión moral (por ejemplo, el voto de castidad) puede ser considerado igual de incapaz para tener descendencia. ¿Le considera Moa un tarado a alguien así? No lo parece, pero al no hacerlo, va contra su propia congruencia.

Se le ha respondido a Moa que no puede considerarse una desgracia aquello que no es considerado como tal por quien consta de la cualidad en entredicho: si el homosexual no se siente desgraciado, su homosexualidad no puede considerarse desgracia. Es un argumento con cierto recorrido, pero tampoco demasiado, puesto que objetivamente, un ciego padece una tara, pero sin embargo puede sentirse incluso afortunado (por ejemplo, Borges reconocía que en algunas cuestiones era deudor de su ceguera).

Si analizamos toda la dialéctica de Moa en el asunto, llegamos a la conclusión de que lo que le lleva a considerar desgraciada la condición de homosexual, no es más que la considera antinatural. Y eso nos lleva a otro escalón del debate.



-La homosexualidad es antinatural.

Sinceramente, esta afirmación resulta asombrosamente frecuente en muchas personas que se autodefinen como liberales. Eso sí, no logran explicar cómo es posible que si la homosexualidad es antinatural, la misma se dé en todas las sociedades, épocas y civilizaciones y también en el mundo animal, con mayor facilidad para reconocerla cuanto más próximos estén esos animales al hombre en la escala evolutiva (mamíferos terrestres y superiores y singularmente, primates).

De la innegable presencia de la homosexualidad a lo largo de la historia, que ningún antropólogo se atrevería a negar, cabe deducir que es obviamente natural. Ahora bien, quienes opinan lo contrario se escudan en una concepción estadística y porcentual de lo "natural". Como ha defendido, por ejemplo, Luis H. Arroyo, lo natural es lo mayoritario, es decir, se identifica lo natural con lo más frecuente.

Cualquier biólogo evolucionista podría explicarnos las escasísimas posibilidades de que la Naturaleza transitara los recovecos imprescindibles hasta llegar al "Homo Sapiens Sapiens" (que dicen que tiene la capacidad de pensar aunque nos surjan dudas justificadas al respecto). El propio itinerario de la evolución natural hasta llegar a nosotros, ha sido extraordinariamente improbable e infrecuente. Podría considerarse casi antinatural, y debido a lo complicadísimo de que se hayan dado las circunstancias necesarias para que estemos aquí, es por lo que los creacionistas creen inferir la presencia y necesidad de un Diseñador Inteligente.

Otro argumento para desterrar esa visión que identifica lo natural con lo frecuente consiste en preguntar a quienes la defienden si consideran a los marsupiales como naturales (pese a su infrecuencia en comparación con los mamíferos o los ovíparos). ¿Son naturales los diamentes? Lo normal es que el carbono tienda a aglomerarse más bien en otras formas, como por ejemplo el carbón. ¿Son naturales los agujeros negros? La mayoría de estrellas que colapsan no degeneran en ellos, sólo unas pocas. ¿Son naturales las especies de plantas exóticas mucho menos frecuentes que las plantas que consideramos "comunes"? ¿Son naturales los pigmeos pese a lo infrecuente de sus características físicas? ¿Son naturales las personas de ojos azules, que en muchas partes del planeta son menos frecuentes que los homosexuales?
Si por "antinatural" consideramos al minoritario, estaríamos ante un mundo mucho menos natural de lo que podríamos soportar. Y no sólo eso, todos seríamos radicalmente antinaturales en no pocas facetas. Es bastante más antinatural decretar ventajas y desventajas para los individuos según sus querencias sexuales, creo yo.

La otra cuestión tratada es la moralidad o inmoralidad de la sexualidad.

Desde aquí, tengo que reconocer que me sorprende mucho la opinión de algunos liberales al respecto. Cierto es que las suelen emitir sin tener la precaución de distinguir entre el exhibicionismo de la homosexualidad y la homosexualidad misma. Lo que ya denota que se han dejado ganar la batalla por los lobbys rosas al identificar a los últimos con todos los homosexuales.

La exhibición pública de la homosexualidad, frecuentemente es de mal gusto estético. Pero es que también lo es la exhibición pública de la heterosexualidad. Los desfiles y cabalgatas del día del orgullo gay muestran una comunidad gay hipersexualizada, tan sólo centrada en su actividad sexual y que reducen su libertad a una serie de clichés que no van más allá de una cierta liberación sexual como si ése fuera el único ámbito por el que una comunidad oprimida puede luchar.
Pero también la pandilla de varones heterosexuales que berrean en voz alta lo que le harían a tal o cual mujer suele ser un espectáculo tan lamentable como frecuente, y este lo solemos ver todos los días, singularmente los fines de semana de todo el año, sin necesidad de "Día del orgullo hetero" y en todos los ámbitos y lugares. No menos ridículas suelen ser esas hordas de mujeres que en fin de semana celebran despedidas de soltera llevando como atuendos adminículos de broma que simulan falos. Lo que pasa es que socialmente, la exhibición inelegante de la heterosexualidad está mucho más asumida y consentida -por frecuente- que la de la homosexualidad. Varones y mujeres heterosexuales que también cometen el error de reducir su personalidad a su actividad sexual y procuran presumir de ella todo lo que pueden, hay por doquier. A quien sólo considere de mal gusto ese mismo comportamiento por parte de los gays, sin duda es que no ha sido capaz de ponderar los ataques que al buen gusto de la estética pública perpetran permanentemente heterosexuales que no necesitan organizarse en lobbys, precisamente porque su heterosexualidad es mayoritaria.

Cuestión distinta es la de la moralidad de la sexualidad gay no exhibida públicamente. La mayoría de liberales que están de acuerdo con Moa han dejado bien claro (por ejemplo, Daniel Ballesteros) que no consideran perseguible legalmente esta actividad independientemente de la opinión moral que les merezca. Es obvio que no hay una sola moralidad en las sociedades abiertas como la que pretendemos ser (en las sociedades tiranizadas, la moralidad es decretada por el poder). Desde qué moralidad se opine es evidente que determinará la opinión. En este sentido, no es realmente la Iglesia Católica quien tiene capacidad hoy en día para imponer su opinión (incluso aunque lo deseara) sino el socialismo reinante, y en esto coincido plenamente con las expresiones de profundo desacuerdo que muchos liberales y padres han manifestado al quejarse por la Educación Sexual que se programa desde el Gobierno como ariete contra la autoridad paterna y la religión más extendida en nuestro país.

Ahora bien, considero que se entremezclan dos cuestiones que muchos no han sabido ver: la influencia de los lobbys gays y la decidida intención del Gobierno de ganarse para siempre su voto, con la práctica global de una cultura hedonista. Es muy complicado separar ambas cosas, pero la segunda es un movimiento mucho más amplio que el primero, más fácil de identificar.

El hedonismo reinante supone una tendencia al esfuerzo mínimo con la máxima recompensa (un concepto absolutamente económico, miren ustedes por dónde). También supone un reemplazo de no pocos valores tradicionales. Sencillamente, mucha gente hoy en día no quiere fundar una familia porque eso supone la adquisición de una serie de responsabilidades que limitan su libertad. Eso no es una cuestión española, ni siquiera solamente occidental (aunque mucho más intensa en Occidente, sobre todo gracias a una mayor prosperidad material) sino mundial.

En este sentido, ese hedonismo tiene su versión más intensa y simplista en la hipersexualización de la sociedad. El sexo es, realmente, un recurso barato, al que casi todos podemos acceder y que proporciona una satisfacción bastante inmediata y de considerable intensidad. Económicamente es un comodín: sirve para casi todo. No voy a abundar en la evidencia sobre lo frecuentemente que es usado el sexo para promocionar todo tipo de productos y servicios, incluso muchos que para nada están inicialmente relacionados con la sexualidad.

Este proceso de sexualización es mucho más complejo de lo que en esta entrada podemos analizar, pero tiene numerosas vertientes negativas, pese a que en parte surge de causas muy positivas (liberación de la mujer, movimientos iniciales de liberación del colectivo gay, un mayor conocimiento de la sexualidad humana y su influencia en la formación de la personalidad...). Como todos los procesos complejos y que duran generaciones enteras, podemos ver muchas luces y muchas sombras.

En lo que a la homosexualidad se refiere, coadyuva inicialmente a combatir la discriminación de los homosexuales, pero actualmente se lanza el mensaje de que en el sexo, si no has probado de todo alguna vez, eres poco menos que un conservador, un mojigato de mente cerrada.

Como vemos, una "pasada de frenada" de determinados movimientos loables, puede suponer que acaben limitando la libertad que inicialmente procuraban obtener y que les fuera reconocida. Una paradoja que ha ocurrido en no pocas ocasiones en la historia (por ejemplo, cómo los cristianos pasaron de perseguidos en perseguidores, si bien les llevó muchos siglos).

Este tipo de "pasadas de frenada" las vemos por doquier con movimientos como el feminista, la igualdad racial, la integración de los inmigrantes y ahora, los derechos homosexuales. ¿Solución? Considero que hay que combatir desde el liberalismo, tanto la discriminación negativa como la positiva, pero siendo justos y reconociendo que por lo general, la primera ha sido mucho más intensa y duradera. Considero que lleva una o dos generaciones salir de contextos sociales muy amplios, que nos toca vivir y que nos hacen pensar que lo que conocimos anteriormente va a romperse para siempre, pero luego, pasados unos años, vemos que ese catastrofismo era infundado.

Aunque no me pareció bien llamar a la unión homosexual "matrimonio", no considero que esa institución civil ampliada a los gays sea un peligro para Occidente ni vaya a corroer nuestra civilización (que se enfrenta a problemas más graves, sinceramente). La familia no es perfecta por ser de padres heterosexuales ni el matrimonio funciona mejor si es entre hombre y mujer. Cientos de millones de familias desgraciadas y de matrimonios equivocados a lo largo de la historia, pueden atestiguarlo.

En realidad, el individuo es tan complejo que su capacidad de adaptación a las instituciones suele ser mayor que la capacidad de adaptación que tienen las instituciones a la complejidad de cada individuo.
Habrá miles de matrimonios gays que no perduren, probablemente más que matrimonios de heterosexuales, ¿y? Lo único importante es que esa institución sirva de manera primordial a sus integrantes, considerarla importante según sirva a la sociedad, como si el colectivo fuera más importante que los individuos que conforman la institución, es un argumento profundamente socialista. Un matrimonio exitoso y positivo para quienes lo forman, rara vez será perjudicial para la sociedad.

domingo, 25 de julio de 2010

Homofobia, Libertad, normalidad y moralidad

Muchos estaréis al tanto del debate generado por un post de Pío Moa en su blog de Libertad Digital donde se declaraba abiertamente homófobo. Fue respondido por José María Marco a quien a su vez respondió Moa.

Después se ha metido en el debate Albert Esplugas, con algunas alegaciones precisas acerca del nefasto uso del idioma que perpetra Moa y algunas otras más superficiales sobre el Liberalismo en este debate. Moa le contesta acusándole de palabrero e incurriendo en más desfases lingüísticos impropios del cuidado terminológico que le suele caracterizar.

El debate sube de nivel cuando participa Federico Jiménez Losantos , la nueva respuesta de Moa, la réplica conciliadora de Federico y la contrarréplica (también con clara intención de rebajar tensiones) de don Pío.

Asimismo, la cuestión ha suscitado debates en la blogosfera; recomendable me parece el habido en el blog de Daniel Ballesteros sobre todo en el segundo asalto. Luis H. Arroyo también ha opinado sobre el particular, aquí, aquí y aquí, en un post calentito de hace apenas un rato cuando empiezo a escribir esto.

Como no podía ser menos, la cuestión se ha ido ramificando en diversos ámbitos. Sobre la subjetiva (e incoherente) concepción de la homofobia de don Pío se sostiene un alegato legítimo contra la búsqueda de privilegios por grupos de presión, de ahí se pasa a debatir sobre la "normalidad" de la homosexualidad, contrapuesta a la heterosexualidad, y de ahí se zambullen casi todos los contertulios en la frecuencia natural de las inclinaciones homosexuales, su moralidad, su "utilidad social", su "peligrosidad" y el reflejo que de la misma deba cristalizarse en la Legislación Civil. Muchos temas en uno. Intentaré ir por partes para dejar clara mi opinión, pero empezaré por lo que considero esencial:

Me considero liberal y mi visión del liberalismo que profeso me lleva a criticar y aborrecer cualquier discriminación positiva o negativa (pero especialmente las últimas). Creo en la igualdad de oportunidades para todos los individuos, de base, y que luego el principio del mérito y la capacidad allanen o compliquen la senda a recorrer por cada uno. Creo que la orientación sexual es indiferente a los méritos de cada uno y afirmo que durante milenios y aún hoy, la homosexualidad ha sido un hándicap para quien la profesaba, que sólo muy recientemente se han derribado vergonzosas barreras al respecto y que es una causa legítima por la que habrá que seguir luchando. Creo igualmente, que, como ha pasado siempre en la historia, tras la abolición ideológica primero y legal después de la discriminación contra los homosexuales, existe un proceso que dura lustros donde, como en un movimiento pendular, se pasa de un extremo a otro hasta que una mayor madurez social deja las cosas en su justo término medio. Creo que ahora padecemos ese movimiento pendular reaccionario que es el que suscita el actual debate y que consiste en transformar la homosexualidad en casi un privilegio, que esto se da en algunas sociedades occidentales y que es criticable y combatible, pero aún así, es una situación mejor (o menos mala) que la anterior que suponía la discriminación efectiva de los homosexuales.

Sé que para muchos conservadores y no pocos liberales, lo dicho me acerca a muchos progres. Discrepo, pero aún así, me importa poco. No escribo en mi blog para caer bien y pertenecer a filas prietas de grupos de opinión que se ponen etiquetas con el mismo celo con el que las quitan o las dispensan a otros. Y en todo caso, son los progres quienes se han arrimado a la trinchera de la no discriminación, aunque lo hayan hecho tarde y mal (pasándose de frenada, como indico).

Y ahora, sobre el debate enlazado en los diversos links, vamos allá:


LA CUESTIÓN TERMINOLÓGICA.
Errores e incoherencias de Pío Moa.

Don Pío inicia su primer artículo alegando que es homófobo para acto seguido afirmar que "por supuesto" no odia a los homosexuales. A continuación usa el manido argumento de "tengo amigos gays" (como si eso reforzara su opinión o le hiciera parecer mejor persona) y vuelve a dejar perplejo al lector diciendo que en todo caso, su homofobia es más legítima que otras fobias que acechan a nuestra sociedad. Evidentemente, la RAE deja claro lo que significa ser homófobo:

homofobia.

(Del ingl. homophobia).

1. f. Aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.


Real Academia Española © Todos los derechos reservados




Pero
don Pío no puede plegarse a las significaciones del idioma común, así que en su segundo párrafo indica en qué consiste su homofobia:

A lo que me opongo, lo que detesto, es a que las mafias rosas traten de conseguir puestos de poder para modelar la sociedad según sus torcidos enredos teóricos y prácticos, empezando por la pretensión totalitaria de que ellas representan a los homosexuales.

Pues haber empezado por ahí, hombre. En otros de sus artículos en esta polémica, indica que la etimología de "homofobia" es torpe. Lo es. Etimológicamente un homófobo significa el que odia al igual, así que llevado al terreno de la sexualidad, el homófobo sería el que odia a los de su mismo sexo, cosa que no es excluyente con odiar a los homosexuales, sino que además congenia. Si Moa quiere autoproclamarse homófobo para que así le pongan a parir los lobbys gays que detesta, probablemente lo consiga a costa de retorcer el lenguaje y arrastrar el ya pedestre nivel de debate en España. Alega don Pío que la Real Academia Española de la Lengua aceptó el término "homofobia" por las presiones de los lobbys homosexuales. Craso error. Y además, refleja cierta paranoia, puesto que la RAE no determina el significado de las palabras en su diccionario, sino que sencillamente hace una foto fija del uso dado a las palabras. Para mayor contradicción de don Pío, "homofobia" es un anglicismo, como tantos exportados en las últimas décadas.

Que esto quede bien claro: el diccionario de la Real Academia no tiene poder normativo, sólo sanciona el uso común que los usuarios del idioma damos a una palabra. Es obvio cuál es el uso que le damos a "homofobia": odio a los homosexuales.

¿Que el uso dado no es acorde a la significación etimológica de la palabra? Pues no, como también pasa con el vocablo "átomo" que significa indivisible y sabemos desde hace casi un siglo que sí es divisible. Pero hay un uso tradicional de esa palabra que se sobrepone a su construcción etimológica, lo cual no sólo no es infrecuente sino que pasa con miles de vocablos y seguirá pasando de muy diversas maneras, por ejemplo, con "formatear"que cada vez se circunscribe más a su significado en el argot de la Informática, o "rayar" que cada vez es más usado en el sentido de "enloquecer" cuando esa es su décima acepción según la RAE. "Cansino" ve cómo se está imponiendo la tercera de sus acepciones que en principio parecía circunscrita a Andalucía. La etimología no es una guardiana inflexible sino una contribuyente más, y no la más importante, a la evolución del léxico. Escogerla como "prueba del algodón" del error de un concepto no es de recibo y menos cuando al párrafo siguiente uno cambia el criterio. Veámoslo:

El galimatías lingüístico en el que se refugia Moa para autoproclamarse homófobo no se detiene aquí. En sus réplicas menciona en varias ocasiones al "homosexualismo" como si éste fuera un movimiento de presión política organizado y tendente a imponer su visión del mundo. Ejemplos:


Una cosa son los homosexuales y otra el homosexualismo, como una cosa son los obreros y otra el marxismo, o las mujeres y el feminismo, o los catalanes y el nacionalismo catalán, etc.


El homosexualismo no se limita a decir que un homosexual es una persona y debe ser respetado. En realidad eso le importa poco y va mucho más allá. Hace de su condición sexual el centro de su pensamiento y de su acción, y pretende que la sociedad se conforme según sus teorizaciones. Necesita creer y hacer creer que el apego social a una sexualidad normal, a la reproducción, a la familia, al pudor, etc. son "prejuicios" que deben desarraigarse por todos los medios. El homosexualismo, el feminismo y otras ideologías "radicales" suelen ir juntos[...]



Por tanto, Moa intenta decir que él es homófobo, pero no que profesa homofobia contra los homosexuales como individuos sino contra el "homosexualismo". ¿Y qué es concretamente el homosexualismo? Pues según la RAE:

homosexualismo.

1. m. homosexualidad.



Real Academia Española © Todos los derechos reservados


Y por si a alguien no le ha quedado claro:

homosexualidad.

1. f. Inclinación hacia la relación erótica con individuos del mismo sexo.

2. f. Práctica de dicha relación.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados


Vamos, que Moa, para justificarse homófobo, diferencia homosexualidad de homosexualismo y sale de un berenjenal para meterse en otro. Resulta que para Moa, el lenguaje en este asunto está plagado de trampas colocadas por las malvadas mafias rosas y que algunos liberales, heterosexuales o no, nos plegamos mansos a los tejemanejes de estos ingenieros sociales. Menos mal que hay gente como él capacitada para redefinir los vocablos y sus conceptos y abrirnos los ojos.

El término homofobia, torpe desde su propia construcción etimológica, no designa, pues, a quienes odian a los homosexuales, sino a quienes odian las maquinaciones de esas mafias.


Él es homófobo porque la homofobia es otra cosa distinta de lo que creemos la inmensa mayoría, igual que el homosexualismo. Claro. Fíjense que yo estoy de acuerdo con Moa en que el lenguaje es permanentemente sometido a tensiones deformadoras por parte de quienes quieren imponer sus criterios, que pretenden ponerles nombres a las cosas. Yo estoy de acuerdo también en que varios lobbys gays quieren ir mucho más allá del logro de que los homosexuales dejen de ser discriminados. No me hace falta ser homófobo para oponerme a esas pretensiones de privilegios, me basta con ser liberal y de ese "credo" surge mi pulsión por evitar que los homosexuales sean discriminados o que obtengan privilegios por su condición.

Si lo que quiere decir Moa es algo así como "quienes no estamos de acuerdo con esos lobyys somos tildados de homófobos", todos le daríamos la razón. Pero él es incoherente al considerarse homófobo "naturalmente", porque es como dar a entender que asume el uso que de esa palabra hacen los lobbys a los que dice oponerse. ¿Te opones a ellos y aceptas "naturalmente" que te llamen homófobo?

Nueva incoherencia: dice Moa que esos lobbys no representan a la totalidad de los homosexuales y hace el paralelismo con sindicatos y nacionalistas catalanes que no representan a la totalidad (ni a la mayoría siquiera) de obreros y catalanes respectivamente. ¿Aceptaría Moa que le tildaran de antiobrero y anticatalán con la misma naturalidad con la que se autoproclama homófobo? ¿No es mejor dar la batalla completa y no sólo denunciar la manipulación de los términos sino además dejarlos claramente establecidos sin necesidad de inventarse un mundo paralelo donde las palabras signifiquen lo que le conviene a su discurso? ¿No se da cuenta Moa que al decir que "homofobia" y "homosexualismo" significan lo que a él le conviene es caer en el mismo voluntarismo excluyente y egocéntrico que los creadores de esas "palabras-policía" que él denuncia?

Por si todo este mejunje semántico y pléyade de incoherencias de Moa fuera poco, cabe reprocharle que aceptar definirse como alguien que odie a algo es tan penoso como quien reduce su condición de individuo a su mera orientación sexual (algo que él critica):
El homosexual razonable [sic] no hace de su condición sexual el centro de su personalidad y de su vida, acepta su realidad si cree que no puede cambiarla, y la lleva con discreción, ya que se trata de un asunto íntimo, como debieran hacer también los heterosexuales,



Sinceramente, autodefinirse como homófobo es menos "razonable" que autodefinirse como homosexual. El segundo se define por sus inclinaciones sexuales y/o sentimentales, el primero, por su fobia. Es éticamente reprobable sentirse orgulloso de cualquier odio. Claro que uno puede considerarse muy liberal si dice que odia a Castro, Hitler, Stalin, Franco y Pol Pot. Claro que podemos presumir de que odiamos a comunistas, nazis y demás patulea, pero ¿a qué nos lleva eso? Basta con creer y amar la Libertad y la Justicia para que sea todo ese batallón de energúmenos los que nos odien y se nos pongan enfrente.


En mi humilde opinión, don Pío Moa, harto de las mafias rosas, cae en los mismos errores que denuncia: considerarlas representativas de la homosexualidad y modificar el lenguaje común para poder sujetar su argumentación. En su ingeniería semántica y en la incoherencia de su combatividad, no digo que falle el tiro (su fobia contra la intención lobbysta de lograr privilegios es acertada, a mi juicio) pero se le escapan varios perdigonazos que acaban dándole en su trasero (no diré "por el trasero" porque me parecería una broma de poco gusto en este contexto y temo que el hecho de poner sus párrafos en ese naïf color lila ya puede ser malentendido).

Luego de poner claras mis opiniones sobre el Lenguaje y su uso (o maltrato, según se mire), que por supuesto son refutables y encantado estaré de leer las discrepancias, queda el tema de la normalidad-naturalidad-moralidad de la homosexualidad. Lógicamente, esto entronca con el reconocimiento legal de las uniones homosexuales y el llamarlas "matrimonio" así como la posibilidad de adopción por parte de esas parejas "homoparentales" (también una etimología discutible). Mi intención es proseguir con este tema en la siguiente entrada.

Como resumen de ésta, quiero indicar que, como decía Borges, y nos recuerda mi amigo argentino Pablo Martínez Burkett en su blog, "las palabras son símbolos que postulan una memoria compartida". Meterse en un debate utilizando significaciones subjetivas cuando conviene y objetivas según vengan mejor o peor, no me parece honesto. Se requiere un mínimo de acuerdo entre los debatientes para poder comprender lo que cada uno quiere decir. Y ese acuerdo mínimo suele ser el lenguaje. La mayoría de los debates en nuestro país carecen de esa convención imprescindible en la que las palabras significan lo mismo o muy parecido para los "combatientes". Era de esperar que en internet y con los participantes dados, sí existiera ese acuerdo de mínimos, pero don Pío Moa nunca ha sido fiel al mismo. Es por esto que opino que incluso teniendo un gran porcentaje de razón, falla a la hora lograr su verdadero objetivo, que es acorde con lo que cualquier liberal pueda suscribir: que el Estado no se meta en la vida privada de los ciudadanos mientras no haya delito y que ningún grupo pueda hacer del Estado su sirvienta para obtener privilegios.

Sin duda, queda mucho por comentar sobre el tema.