miércoles, 8 de septiembre de 2010

Paro e inmigración: el peligro de una correlación equivocada

Ahora mismo, en la mañana del día 8 de septiembre, la edición digital del diario El Mundo publica una encuesta de libre participación para sus internautas y usuarios donde pregunta si "existe relación entre la tasa de paro y el número de inmigrantes". Son casi las 13 horas y con más de 13.000 votos emitidos, un abrumador 78% de personas considera que sí.

Cabría decir que la respuesta no señala cuál es la correlación entre ambos datos, pero la misma es sugerida por un epígrafe de la portada de El Mundo de hoy, donde señala que España acoge a más inmigrantes que Reino Unido, Francia o Italia y que la tasa de inmigrantes en España es el doble de la media de la UE, igual que la tasa de paro.

La sugerencia del segundo diario más leído de España es obvia: a más inmigrantes, más paro.

Esta idea no sólo es falsa, sino que además es peligrosa. Para empezar a desmontarla, hemos de decir que el "boom" de la inmigración en España no se ha producido en los 3 últimos años de crisis, sino en los diez anteriores, donde hasta el 2007 España creó empleo y en los primeros años de siglo, a un ritmo inusitado, llegando a crear uno de cada dos nuevos empleos en la Unión Europea. Esa prosperidad (que no era tan sólida, por lo que se ha visto) no era "a pesar de los inmigrantes" sino en gran parte gracias a ellos.

Hemos de continuar indicando que los inmigrantes escogen sus destinos con cierta racionalidad y lógicamente, preferirán acudir a un país que crea empleo que a uno que lo destruye. Por eso mismo, en los dos últimos años se ha incrementado la tasa de extranjeros que regresan a sus países, especialmente iberoamericanos y el flujo de nuevos inmigrantes ha dejado de crecer como lo hacía antaño e incluso se ha reducido en los casos de algunas nacionalidades (de nuevo, singularmente los iberoamericanos).

Menor ha sido el cambio en el caso de los magrebíes y subsaharianos por una sencilla razón: por mucha crisis que tengamos en España, los países de los que ellos vienen están mucho peor. El inmigrante lo que pretende es ir a mejor. Si viene de un erial, la crisis en un país europeo le puede parecer un escenario muy aceptable.

Es obvio que en un contexto de destrucción de empleo, habrá muchos inmigrantes arrojados a las garras del paro porque los empleos que desempeñan suelen ser de baja cualificación (servicios de limpieza, hostelería y similares) o pertenecientes a sectores con los que la crisis se ha cebado (construcción).



Denunciar la tasa de inmigrantes cuando tenemos un 20% de paro y silenciarla cuando ese paro era del 8% no sólo es hipócrita, sino una demostración de hasta qué punto las mentiras socialistas imperan en la mentalidad de muchos que dicen combatir el socialismo. Si realmente hubiera más paro debido a que hay más inmigración, la solución para crear empleo sería simple: echar a "los que sobran". Y claro, para ello se aplicaría un criterio de "preferencia nacional", aunque eso supusiera echar al inmigrante eficaz y apto en su trabajo y conservar al nacional vago e inepto. Un ataque al principio del mérito y la capacidad muy del gusto socialista.

¿Por qué digo que esta mentalidad es socialista? Porque se ancla en el prejuicio socialista de que el trabajo es algo estático que hay que repartir, que la riqueza es una tarta que ni crece ni decrece y que es responsabilidad del factotum estatal el distribuirla entre unos ciudadanos pasivos que sólo pueden mendigar la ayuda pseudodivina que el Estado les dé cual maná en el desierto.

La expulsión de grandes cantidades de inmigrantes no crearía empleo, sino que supondría una contracción de la demanda en muchos sectores económicos que destruiría aún más puestos de trabajo. Además, imposibilitaría que muchos empresarios ajustaran sus márgenes comerciales exiguos al no poder contar con una mano de obra que suponga una menor carga salarial en sus gastos (en los sectores menos intervenidos por el Estado y menos saboteados por los sindicatos, muchos inmigrantes aceptan salarios más bajos y posibilitan la prestación de servicios a precios más competitivos para el consumidor, lo que finalmente reporta beneficios a toda la sociedad aunque los socialistas sólo vean al trabajador que ha dejado de ser empleado por no aceptar el mismo salario que el inmigrante).



En definitiva, echar la culpa del paro a la inmigración es un argumento tan falaz y peligroso como el de los neo-malthusianos cuando proclaman que con menos población viviríamos mejor.

Este tipo de falacias socialistas ponen en bandeja la ebullición de movimientos xenófobos que se traduzcan en actos violentos. Facilita la adopción de más medidas distributivas e intervencionistas por parte de gobiernos demagogos y culpabiliza a una parte esencial de nuestra ciudadanía como responsables de un fenómeno que en realidad sufren en primera persona.

Como en otras ocasiones, algunos liberales conservadores puede que vean en mis argumentos cierto "buenismo". Yo no niego los muchos problemas que un fenómeno como la inmigración puede causar, y más con la desastrosa gestión que los sucesivos gobiernos españoles han hecho del caso. Lo que no acepto es la sumisión ante prejuicios colectivistas y su inmersión en la lógica liberal a través de extrapolaciones economicistas aberrantes. No me vale el tan manido argumento de que hay inmigrantes que vienen a mamar de la teta estatista o a delinquir. Claro que los hay, ¿tantos como españoles? Aunque fueran más los extranjeros con ese comportamiento, la responsabilidad no deja de ser individual y convertirla en colectiva vuelve a ser una traición al individualismo liberal y un acto de sumisión al colectivismo comunistoide al que tanto le gusta colocar etiquetas de "buenos y malos", "ellos y nosotros", "explotadores y llamados a la victoria final".

Los inmigrantes no han manipulado los tipos de interés desde los bancos centrales, no han eternizado un sistema laboral franquista y obsoleto, no son los culpables de la mafia sindical ni del marasmo empresarial español, no son quienes han diseñado un sistema autonómico que multiplica el estatismo en fractales infinitos. ¿Realmente son ellos los que han hecho que el paro esté en el 20%?

¡Venga ya, hombre!

domingo, 5 de septiembre de 2010

Memoria, Dignidad, Justicia.

Hoy es el día de recordar que son casi mil los asesinados.

Hoy es el día para no olvidar que son millares los heridos (física y psicológicamente).

Hoy es el día para tener en cuenta que decenas de miles han sido y son amenazados directos.

Hoy es el día para valorar que más de doscientos mil han tenido que exiliarse de su propia tierra.

Hoy es el día de volver a decir que la extorsión generalizada ha sido la norma.

Hoy es el día de rememorar que todo un país y los derechos a la vida y a la libertad de quienes lo habitan, no pueden depender de la graciosa voluntad de una pandilla de asesinos.

Hoy es el día de acordarse de las masacres de Hipercor y de la casa cuartel de Vic.


Hoy es el día de volver a sentir que todos somos Miguel Ángel.






Hoy es el día en que decimos con firmeza que no nos olvidamos de las torturas a Juan Antonio Ortega Lara.





Hoy es el día en que debemos dejar claro que sabemos que las serpientes nunca dejan de serlo.

Hoy es el día en el que la Memoria debe ser nuestra guía para que podamos mantenernos en la búsqueda de la Dignidad, que será la única senda para llegar a la Justicia.


Hoy es el día.

Y mañana; y mañana; y mañana.

Porque algunas cosas son demasiado importantes como para sólo acordarse cuando hay un cadáver reciente.


Ellos no han cambiado y tienen las cosas claras. ¿Y nosotros?


"Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y acabaremos a carcajada limpia. Esta última acción de Sevilla ha sido perfecta; con ella, ya he comido para todo el mes."


(Iñaki de Juana Chaos, miembro de eta, recordando el asesinato del matrimonio Becerril).