miércoles, 19 de mayo de 2010

El dra(c)ma del Euro

La moneda única persiste su caída sin paliativos en la consumación de una tendencia que, mirada con perspectiva, resulta extraño que haya tenido que esperar a la crisis griega para que se realice. Era artificial que por cada euro nos dieran un dólar y medio. Había algún paralelismo con aquella paridad obligatoria decretada para el dólar y el peso argentino, situación demencial que cerraba los ojos a la realidad y que finalizó en la terrible crisis argentina de principios de siglo, con aquel tremebundo "corralito financiero"que suponía la expropiación de los ahorros de los ciudadanos.

El euro ha sido sostenido por una serie de medidas políticas que impedían que el mercado de divisas reflejara la verdadera situación de las economías detrás de sus monedas: ni Europa ha logrado ser más competitiva que EE. UU. ni el gigante americano se veía tan acogotado por sus problemas. Es EE. UU. quien está sacando la cabeza mejor de la crisis que la UE. En mi humilde opinión, por una cuestión más cultural que macroeconómica. No es que Bernanke lo haya hecho mejor o peor que Trichet (debate algo bizantino en el que se enzarzan muchos liberales, patanegra o no) sino que la ciudadanía estadounidense es más dada a adaptarse a la situación del mercado, a espabilar sin esperar a que Papi-Estado le haga el avioncito con una cuchara repleta de millones... logrados vía impuestos. En Europa somos más dados a dar por sentado que el problema "nos lo tienen que arreglar". Si además ponemos buenas dosis de maniqueísmo pintando a unos malos de la película para no sentirnos culpables (por ejemplo, por tener los políticos que tenemos, que no me vale eso de "no nos los merecemos", yo creo que sí nos los merecemos), pues mejor, así ya tenemos la conciencia tranquila.





Las duras dosis de realidad que está sufriendo el proyecto del Euro y quienes bajo su férula padecemos una crisis que amenaza con durar un lustro más como mínimo, intentan minimizarse con medidas de supuesto control de los mercados, que además de probablemente ineficientes, siempre redundan en una ablación de libertades de los agentes económicos. La manida figura del malvado especulador resulta muy útil para llevar a cabo este tipo de reformas, que ya fueron aprobadas por Wall Street sin que a día de hoy pueda establecerse que hayan sido exitosas.

El drama del euro consiste en que se esperaba que igualara los mercados inscritos en él por arriba, pero como suele pasar en el socialismo, si hay alguna igualación, es a la baja. Se pretendía que el euro fuera un marco alemán reforzado. Ahora cada vez se parece más a la más débil de las monedas que lo compusieron, un dracma griego imposible de devaluar.

La bajada del euro frente al dólar se debe a la huida de los inversores mayoristas, muchos de los cuales gestionan fondos de inversión donde participan simples ahorradores. ¿Qué interés tienen en que baje el euro? No son antieuropeos. Que algún inversor pueda haber apostado en su día a una bajada del euro es la anécdota, no la norma. El especulador que vende hoy es el inversor que ha comprado ayer. Al comprar, hizo subir el euro, ¿acaso entonces era europeísta y ahora se ha vuelto euroescéptico? ¿Es que no vemos que sólo defiende su interés legítimo sin que eso suponga una adscripción política o ideológica concreta?

sábado, 15 de mayo de 2010

Los coturnos que se convirtieron en corset

En el antiguo teatro griego, los actores se calzaban los coturnos para elevar su estatura, estilizar su figura, facilitar la visión de los espectadores y dotar a los personajes de una apariencia más trágica y épica.

Veinticinco siglos después de Sófocles y Esquilo, una nueva tragedia griega se representa en un anfiteatro que comprende a toda Europa. La diferencia es que aunque nos creamos espectadores, somos sus protagonistas. Algunos de los que parecían realizar los coros, han tomado un protagonismo mundial en las últimas semanas.

Es el caso de nuestro Presidente del Gobierno, a quien el protagonismo le encanta, pero no de la manera que lo está desempeñando en los días más recientes.

Al empezar la Presidencia semestral de la Unión Europea, Zapatero contaba con poder utilizarla para potenciar su imagen, olvidarse de los sinsabores nacionales y rutilar en el anfiteatro internacional con sus interpretaciones predilectas: Alianza de Civilizaciones; 0,7% de ayuda al Tercer Mundo; Apoyo sin condiciones a un Estado palestino inmediato; Abrazo solidario con dictaduras como Cuba y protodictaduras populistas como Venezuela; Interpretación del "Robin Hood" de los Jefes de Gobierno (pese a sus continuos favores a los más ricos de entre los ricos de España); Lucha contra el calentamiento global...

Zapatero, ante el gesto estupefacto de los Jefes de Estado y de Gobierno europeos, incluso llegó a decir que su función como Presidente (de turno) de laUE sería ¡sacar a Europa de la crisis!

Para desempeñar un papel que él consideraba como el mejor de su vida política, contaba con calzarse el alto y sólido coturno de la Unión Europea. Cinco meses después, ninguna de sus interpretaciones ha dejado de resultar un fracaso absoluto. No sólo eso, sino que los demás principales actores y algún espectador interesado e influyente como Barack Obama, le han obligado a cambiar completamente el tono de su interpretación.

Aquellos coturnos de la presidencia le han sentado como si tuvieran más pinchos en la suela que la alfombra de un fakir. Ha tomado decisiones que de haber sido tomadas por sus rivales políticos, él las habría etiquetado de atentados contra la sociedad, de voladura del Estado del Bienestar, de expolio de los pobres a manos de los ricos, de guerra entre clases, de ataque frontal a los trabajadores, de injusticia histórica, de aniquilación de la solidaridad, de...
La Unión Europea se ha convertido en un corset para nuestro Presidente. Le ha impedido aumentar el Gasto Público y le ha obligado a tomar una buena dosis de realidad, la que ya están tomando desde hace mucho tiempo millones de parados que él consideraba algo pasajero en vez de entender que es el agónico grito de un país que tiene mucho que cambiar si quiere no ya regresar al nivel inmediatamente anterior de prosperidad, sino simplemente no caer en un agujero negro que dure una o dos generaciones y muchas legislaturas gobierne quien gobierne.

Quién nos iba a decir que los que nos consideramos liberales tendríamos algo que agradecerle a Obama. Y aunque las medidas no dejan de ser parches insuficientes, dejan abierta la puerta a que muchos empiecen a ver que esto de la crisis va más en serio de lo que pensaban.

Y menos mal que aunque no tenemos a una Thatcher, nos queda una Merkel.


-Ángela, ¿tú lo ves tan negro como yo?
-Ya lo creo. Como no espabiles, los billetes de 20 euros no van a servir ni pa envolver castañas.





Coda: He leído a algunos articulistas y blogueros que se alegran del mal trago que supone para Zapatero reconocer implícitamente con sus recortes, que llevaba años equivocado. Yo no me alegro. Sé que esa humillación provocará una ira de ZP que pronto veremos (que se preparen los del PP con el tema Gürtel y otros que les van a empezar a sacar) y que significará una subida de la tensión social para despistar de las medidas económicas. No me alegro de que ZP lo pase mal porque sigue teniendo la sartén por el mango y no es de los que dimite o adelanta elecciones, al revés, precisamente ahora es más complicado que las adelante. Cuanto más humillado se sienta (y apuesto por su rostro el otro día en el Congreso, que se siente muy humillado) más brutal será su rencor.