domingo, 16 de agosto de 2009

Debate sobre el hijab: respuesta a Daniel Ballesteros.

En su entrada de hoy, Daniel Ballesteros propone una serie de reflexiones no tanto sobre el uso de esa prenda que cubre las cabezas de muchas mujeres muslmanas, sino sobre la crítica fácil y poco fundada que suele realizarse a su uso. Tiene Ballesteros la sana costumbre de poner en solfa las argumentaciones que vertidas desde una fachada de liberalismo, resultan esconder poco más que la opinión de moda, generalmente envenenada de hiprogresía.

No obstante, como pienso que sí que puede haber una clara crítica a la imposición del hijab desde posturas verdaderamente liberales, recojo el guante lanzado en su post de hoy para responderle. Dice Daniel:





Respecto al pañuelito, debo decir que me parece aceptable y no veo motivos importantes para condenarlo o prohibirlo. Al menos no veo por qué tantos liberales protestan contra un pañuelo que pretende alejar pensamientos "impúdicos", mientras que ven como algo totalmente aceptable que haya mujeres en top-less en las playas y parques públicos.





Aquí coincido con él. Si acaso, considero que hay que diferenciar entre el uso del pañuelo y la imposición del mismo. Lo complicado estará en concretar cuando el uso es voluntario y cuando no. Los estatistas suelen identificar hecho y causa con demasiada asiduidad y cuando algo no les gusta, consideran que el hecho sólo puede devenir de su causa, esto es, piensan que siempre que una mujer viste hijab, se debe no a una elección propia sino a una imposición ajena. Los liberales, creo yo, que tenemos que asumir que en la inmensa mayoría de los casos seremos incapaces de discernir si la mujer empañolada es víctima de una imposición o demuestra su creencia religiosa voluntariamente. Que el Estado se meta en ese ámbito, sin duda causaría más transtornos de los que pretende arreglar. La prohibición de símbolos religiosos (que muchas veces están inextricablemente compenetrados o configurados con usos sociales) supone un ataque a la libertad, mayor del que supone el riesgo de imposición de esos símbolso en el ámbito familiar.

Por esta misma razón, si persiguiéramos el uso del hijab, la kipá judía o el crucifijo cristiano, nuestra sociedad no sería tan distinta de aquellas que obligan al uso de cualquier elemento similar a los mencionados.


También coincido con Ballesteros en el siguiente brillante párrafo:





Y es que cualquier vestimenta o complemento (incluso el desnudo) que empleemos en nuestra vida diaria tiene como objeto transmitir un mensaje a los demás: [...] ¿por qué entonces las musulmanas no pueden vestir como quieran? Pues la respuesta está en que a muchos no les gusta que se ataque el modelo de sociedad que creen que es idóneo y que, entre otras cosas, se caracteriza por la trivialización de la sexualidad, la cosificación de la mujer y el ser humano como hombre-masa.


Sin duda, gran parte de los ataques al pañuelo musulmán unen a dos grupos ideológicos que aunque se odien entre sí y se vean ambos como el contrario del otro, tienen mucho en común: extrema izquierda y extrema derecha. Ambas aspiran a una sociedad homogeneizada, aunque la primera presuma de anhelos multiculturales que se quedan en cuestiones superficiales, viendo a la sociedad como un anuncio de Benetton y sin darse cuenta de que la verdadera heterogeneidad que enriquece ha de estar dentro del cráneo, no en la ropa o en el color de la piel. No es heterogénea una sociedad donde todos opinen igual aunque puedan elegir mil tipos de moda, música u ocio. La extrema derecha, rancia como ella sola, condena el hijab por pura xenofobia. Ambos extremos (que en muchas cosas son hermanos siameses) sueñan con una sociedad estática y diseñada, no dinámica ni espontánea.

Después, Daniel saca a relucir el tema de los crucifijos en las escuelas, aunque lo haga de refilón. Lo hace en un párrafo donde considera hipócrita olvidar las consecuencias que determinados usos sociales tienen en la visión de muchas personas sobre la sexualidad y especialmente sobre el papel de la mujer.

La mujer puede enseñar sus atributos desnudos, el hombre puede ir desnudo también por la calle, ¿por qué no?, ¿qué problema hay? dicen... cuando se les responde diciendo que tales actitudes transmiten un mensaje sexual inadecuado para los niños y que además puede ocasionar reacciones inesperadas por parte de gente que no está en sus cabales, acusan de hacer apología de la violación... ya se sabe... aquello tan manido de: "se lo merece porque estaba pidiendo guerra".

Aquí yo veo que hay un pensamiento único "como un campanu" que decimos en Asturias. Es el pensamiento "progre" de toda la vida, el constructivismo social "progresista" que considera que la mujer debe vestir como una puta y comportarse como una puta para demostrar que es libre... pues no, la mujer también puede vestir como una monja y comportarse como una monja para demostrar que es libre. ¿o es que algunos liberales creen que toda acción procaz de una adolescente es aceptable, pero no el identificarse religiosamente además de hacerse respetar sexualmente poniéndose un pañuelo en la cabeza? Si es así, muy pronto comenzarán a desaparecer los crucifijos de las escuelas (ya ha sucedido), los crucifijos de los pechos, los kipá, las sotanas, los alzacuellos, etc. hasta llegar a la prohibición de procesiones de Semana Santa y las fiestas religiosas.


Respecto a los símbolos religiosos en las escuelas públicas creo que sobran. Pero poco tiene que ver mi postura con el anticlericalismo disfrazado de laicidad (que es lo que practican los progres). La verdadera laicidad, para mí, presupone el respeto hacia la creencia religiosa y el reconocomiento de la misma como inherente a la mayoría de los seres humanos. Entiendo yo que la creencia religiosa es una expresión de intimidad de la persona tan importante (y en muchos casos más aún) que la sexualidad o la opinión política. Es desde esta concepción desde la cual creo firmemente que en lo público debe haber clara separación RESPETUOSA entre la creencia religiosa individual y la prevalencia de una religión sobre otra. En cambio, los progres no son laicos (aunque presuman de ello) pues son claramente anticatólicos y ya no digamos abiertamente judeófobos sino que muchos de ellos son proislámicos. Pero pedirle coherencia a un progre es un acto de crueldad intelectual.

Si a mí se me acusa de coincidir con los progres por estimar que es deseable (aunque no creo que esté entre los cien asuntos más importantes de España) que los crucifijos no estén en las escuelas públicas (en las concertadas o privadas es otro tema), pues pienso que se hace acusación desde un reduccionismo simplista.



Con burka y a lo loco.




Como se ve, voy surcando el post de Daniel afirmando mis coincidencias en muchas cosas (quizá las más importantes) y puntualizando mi discrepancia con ciertos detalles. Finalmente, afirma:




Si somos libres para ir desnudos -algo que ocasionará problemas sociales-, mucho más lo somos para vestir con las ropas y símbolos que consideremos oportunos, sean de carácter religioso o no, siempre y cuando no transmitan mensajes que busquen menoscabar la vida, la libertad o la propiedad de otros. El Islam debe recorrer su propio camino hasta llegar a convertirse en una religión compatible con el mundo moderno;


No me gustan determinadas derivas, y que cierto liberalismo transija con ruedas de molino "progres" [...] me parece aberrante y hace que me pregunte si algunos liberales no estarán llegando, por caminos diferentes, al socialismo fetén. Tenía que decirlo, ya lo he dicho.

Recapitulando, sobre el uso del hijab, entiendo que lo que muchos realmente liberales condenan es la imposición de esa u otra prenda Y TAMBIÉN la imposición de la ausencia de ropa. No se trata de que una mujer sea más libre si se viste y comporta "como una puta" (habría aquí que definir qué es vestir y comportarse como tal y sería una discusión muy subjetiva), sino que los usos de la mujer sean escogidos y no impuestos. Sabemos que el hijab es impuesto en no pocas ocasiones. Consideramos incluso que es inevitable y no necesariamente censurable cuando eso se hace en un ámbito familiar mientras la mujer es menor. Cuando la esposa lleva el hijab por imposición del marido porque este es tan machista (e inseguro) que cree que si su mujer enseña el cabello se está menoscavando su condición de marido y macho dominante sobre su esposa, eso, lo condenamos. Lo complicado es que ese machismo está entremezclado con creencias religiosas (no pocas de ellas abiertamente machistas).


Coincido con Ballesteros en la banalización del sexo, la cosificación de la mujer, el liberalismo de pacotilla y en que el Islam debe recorrer aún un largo camino. Discrepo contigo en que denunciar el hijab sea sistemáticamente una demostración de "progresía". No cuando se denuncia la imposición a un mayor de edad. No cuando se denuncia que muchos musulmanes exigen para su religión unas prebendas que niegan a las demás no sólo en países islámicos sino también en países de raíz judeocristiana.






Anuncio en favor del uso del hijab





Por otra parte, considero que el anuncio que traes a colación en tu post es grotesco y ofensivo. Lo es porque supone la verdadera cosificación de la mujer que tú denuncias. Supone considerar que el hijab es virtuoso no porque haga más libre a la mujer, sino porque la hace más deseable para un hombre. Es decir, es un anuncio bastante más ofensivo, machista y antiliberal que la propia imposición del hijab porque supedita el valor de la mujer a su valía como elemento deseable para un hombre. En ese sentido, la cosificación evidente en el tropo del chupa-chups es lamentablemente acertada, esto es, el publicista ha conseguido transmitir todo su machismo cuando probablemente intentaba lo contrario. De una manera más sutil, el anuncio también es hiriente para el género masculino, ya que lo animaliza hasta el extremo al identificarlo con un ente irracional que sólo es gobernado por sus instintos sexuales y que no puede contenerse ante la "tentación" de una mujer sin tapar (o su cabello).



Sobre las posturas que yendo de "soy-más-liberal-que-nadie-y-me-molo-a-mí-mismo-pero-formo-parte-del-pensamiento-único", entiendo que son algo irritantes, sobre todo cuando pretenden sentar cátedra y dan lecciones de liberalismo desde un púlpito sólo sostenido por su vanidad, pero tampoco me preocuparía mucho por ellas, pues suelen acabar retratándose con sus contradicciones más pronto que tarde.

viernes, 14 de agosto de 2009

Austroliberales: un nuevo proyecto liberal en la web.

En el agregador de blogs liberales Círculo Liberal, al que tengo el honor de pertenecer, existen diversas bitácoras interesantes y lo que es más importante, con puntos de vista distintos a pesar de que el liberalismo sea el leit motiv de casi todas ellas. Más adelante repararé en los blogs que considero de mayor interés. Hoy, no obstante, quisiera mencionar especialmente al blog En verdad te digo y a su autor, Daniel Ballesteros Calderón.

Ballesteros es un economista asturiano colaborador del Instituto Juan de Mariana, del que ha sido ponente en varias ocasiones. Hace meses publicó un polémico artículo contra la legalización de las drogas duras que fomentó un interesante debate con Albert Esplugas, donde tengo la intención (si logro sacar tiempo) de aportar mi punto de vista. Blogs como el de Ballesteros logran que el pensamiento liberal de la web hispana no resulte monocorde ni monolítico. Es necesario plantearse no pocos temas, aunque eso suponga asumir que el liberalismo no es una sola voz y existen corrientes que pueden divergir en sus propuestas.





Recientemente, este mismo blogger ha emprendido un ilusionante proyecto consistente en fomentar la perspectiva austríaca del liberalismo. La web Austroliberales busca hacerse un hueco en el difícil mundo del pensamiento liberal en internet. Hay muchos que se ponen la etiqueta de liberales, pero bastantes menos que van más allá de la etiqueta.

El proyecto apenas ha echado a andar pero existen algunos artículos de colaboradores de renombre, como Adrián Ravier sobre la reforma del sistema público de pensiones, Gabriel Zanotti sobre la escasez como base realista de la economía, y Nicolás Cachanosky acerca de los límites que ha de tener el Estado (una vez asumida su necesidad). Sin olvidar las acertadas aportaciones del propio Ballesteros, que recientemente ha publicado en la citada web, en el IJM y en Asturias Liberal, un desmitificador estudio sobre las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. Otro colaborador destacado es el director de la revista Asturias Liberal, Joaquín Santiago Rubio, quien publica un diáfano artículo sobre la visión "austríaca" de las Instituciones sociales.

A todos los que les interese este proyecto, quiero animarles a acercarse a él y si consideran que pueden aportar, que contacten con su director al respecto. Por mi parte, quiero agradecerle a Daniel Ballesteros su confianza, que intentaré no defraudar; es un reto aprender de gente de la talla de los colaboradores e intentar no desentonar demasiado con lo que pueda aportar a partir de ahora.

La batalla de las ideas merece lucharse, aunque "sólo" sea por lo que aprendemos llevándola a cabo. Nos vemos, a partir de ahora, también en www.austroliberales.com .