lunes, 1 de diciembre de 2008

Contra el estatismo de mercado y el intervencionismo salvaje.

(Una defensa del capitalismo global y el libre mercado).

Hace ciento veintisiete años en la localidad austrohúngara (hoy ucraniana) de Lemberg nació Ludwig Von Mises. Aunque mucha gente no haya oído hablar de él y menos aún le hayan leído (incluidos los supuestos analistas económicos que hoy fingen saber todo sobre una crisis que hace seis meses negaban por motivos electorales), Von Mises fue probablemente el mejor economista del siglo XX, lo cual es casi como decir que ha sido el mejor economista de la Historia.
Y precisamente hoy es necesario tener a Mises como referencia al comentar hechos acaecidos recientemente desde una óptica que combata la doctrina del pensamiento único retroprogresista.

I) Anticapitalismo y demagogia:

Debido a las quiebras de algunas empresas y entidades financieras y a los severos recortes en las cotizaciones bursátiles de otras, está habiendo una campaña mediática mundial claramente anticapitalista. A nivel local, comprobamos que tanto Iñaki Gabilondo (periodista del Grupo PRISA) como Pepe Blanco (algo así como un portavoz del PSOE y el Gobierno) y Felipe González (Presidente del Gobierno de España por el PSOE desde 1982 hasta 1996), han indicado que las recientes quiebras de sociedades norteamericanas "suponen para el capitalismo lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo".
Además de la enésima confirmación de la identidad ideológica, retórica y de intereses del PSOE y PRISA, tal afirmación nos informa sobre la "altura" intelectual de quienes la sostienen y su capacidad de deformación de la realidad. Ciertamente, comparar la quiebra de bancos y empresas (algo natural cuando se invierte erróneamente a lo largo de muchos años) con el colapso del mayor sistema totalitario y genocida que han visto los siglos, es –en el mejor de los casos- un ejercicio de imaginación que apesta a revanchismo marxistoide.
Tamañas sandeces son vociferadas desde púlpitos muy diversos, como el de la cabeza de la Iglesia Anglicana, el arzobispo de Canterbury y también el de York, que han salido resumiendo la situación actual diciendo que "Marx tenía razón".Churchill estará revolviéndose en su tumba y Thatcher también lo estaría si estuviera tan muerta como sus detractores desean.
El presidente español indica que la crisis es causa de la falta de regulación (demostrando que de nuevo habla de lo que no sabe), que la han provocado los "neocon" surgidos con Reagan (en esto lleva parte de razón: no se salva ningún presidente de EE. UU. pero podría haberse acordado de Clinton) y que "ahora más que nunca hacen falta políticas socialdemócratas" (¿más? ¿Le parece poco a dónde nos han llevado esas mismas políticas?).

El presidente de la patronal de empresarios españoles (CEOE) indica que "hay que abrir un paréntesis en el libremercado" debido a la excepcionalidad de la situación. Demuestra así que poco tiene de capitalista, si acaso, de capitalisto, y que no cree en la libertad de mercado sino en el auxilio estatal, la intervención de los amigotes del Gobierno y que el contribuyente pague los errores ajenos. Por supuesto, los intervencionistas estarán encantados de la munición dialéctica proporcionada, pero a semejante sinvergüenza no le importará mientras esos mismos intervencionistas amigos suyos de siempre, gasten dinero público (el nuestro, es decir, dinero privado expropiado) en sacarle del "apuro". Además, decir que hay que abrir un paréntesis en el libre mercado supondría estar inmersos en dicho libremercado, algo más que discutible, entre otras causas, debido a las prácticas monopolísticas de las grandes empresas, prácticas permitidas, cuando no fomentadas, por la mayoría de Gobiernos.
Afortunadamente, alguien de la propia organización, el presidente de los pequeños y medianos empresarios, CEPYME, ha respondido con sorna preguntando si hay que traer a Fidel Castro para gestionar ese "paréntesis en el libremercado".

Los suplementos de los periódicos, las portadas de las revistas económicas, las tertulias de radio y televisión nos presentan la situación actual como el principio del fin del sistema de organización socioeconómico que –mal que les pese a tantos- ha procurado más progreso y bienestar a la Humanidad en toda su historia (y se alegran… da que pensar, ¿no?).



II) Premisas fundamentales de uso común contra el capitalismo y el libre mercado:

Pero, ¿realmente supone esta crisis un antes y un después en dicho sistema?
¿Son las causas de esta crisis cualidades perversas del capitalismo inherentes a él o hay que buscar esas causas en la actuación de determinados agentes patrocinados por los Estados?
¿Estamos realmente en una sociedad tan capitalista como se nos dice?
Las respuestas a estas preguntas, si atendemos al pensamiento dominante, parecen obvias y refutarlas parece algo digno de iluminados, frikis y personas incapaces de ver "lo obvio". El curso de razonamientos que se nos transmite como imposible de rebatir y que ni siquiera acepta debate, es el siguiente.

1) Los Estados Unidos son el colmo del capitalismo, una sociedad ultraliberal y sin apenas regulación legal de la actividad económica, por lo que determinados agentes económicos campan a sus anchas haciendo lo que les viene en gana.

2) Como el germen de la crisis viene de EE. UU. y es allí donde se ha manifestado más virulencia (por ahora), sólo cabe pensar que estos hechos son la consecuencia inevitable del punto uno.

3) Por tanto, si queremos evitar que esto vuelva a suceder en el futuro y aminorar los perjucios que nos cause esta crisis, debemos hacer todo lo contrario a lo que la ha causado. Si ha habido nula regulación, ahora debe de haber más y ser exhaustiva. Si el Estado no ha intervenido, ahora debe hacerlo mucho más minuciosamente. Si la causa es el liberalismo económico, el capitalismo "salvaje", debemos empujar el péndulo al extremo contrario.

Estas premisas y sus consecuencias aparentemente lógicas se asumen sin oposición ideológica en el 95% de los medios de comunicación. Apenas hay diferencias entre izquierdas y derechas (los conservadores suelen ser tan intervencionistas como los izquierdistas, aunque ambos sectores acusen al otro de usar el poder para controlar al ciudadano como si ellos no lo hicieran).
Pero fijémonos una a una en las premisas de este razonamiento que por la mayoría de la gente ni se discute.



III) Somero análisis del razonamiento anticapitalista:


Premisa 1): [i]Los EE. UU. son la patria del capitalismo y el liberalismo económico y la falta de regulación estatal.
En España, más del 40% de la actividad económica le corresponde al Estado.

¿Sabéis cuál es el porcentaje en EE. UU.? Un mastodóntico 35%. En la UE el porcentaje ronda el 46% y en todo el mundo, supera claramente el 50%.

¿Y dicen que estamos en un mundo capitalista?

La diferencia de porcentaje con EE. UU. vemos que no es gran cosa, poco más de un 5%, pero nadie dirá que EE. UU. es sólo un 5% más capitalista que España o que España es sólo un 5% menos capitalista que EE. UU. Evidentemente, el porcentaje no lo es todo, pero es orientativo.
Sin duda alguien puede decir "bueno, en todo caso, eso supone un 65% de actividad económica debida al sector privado, por lo que podría decirse que EE. UU. es capitalista en un 65% y de economía planificada en un 35%". Aceptemos esta simplificación. Ya tendremos que olvidarnos de eso de que es la patria del capitalismo y el colmo del liberalismo, ¿no? En el mejor de los casos, estamos ante un país de economía mixta entre la planificación estatal (lo que identifica al socialismo) y la autonomía de los agentes económicos para desarrollarse en base a su propia iniciativa (lo que identifica al capitalismo, al menos a grosso modo).
Pero, ¿cabe decir que esos porcentajes encierran claramente la verdad? No creo que haga falta explicar que unos sectores económicos son más importantes que otros. Y hete aquí que el Estado se reserva dentro de ese 35% muchos cuya influencia decisiva se extiende a ese 65%. La lista sería muy larga, pero voy a nombrar sólo dos:

1)La emisión de moneda y los tipos de interés

2)La regulación (detalladísima aunque se nos diga lo contrario) de los mercados financieros; cosa distinta es que haya sido ineficaz. Pero de esa ineficacia, el responsable será, precisamente, el Estado.
Si el Estado, vía Banco Central (la FED en EE. UU.) decide imprimir más billetes sin respaldo económico real (como el que hay bajo el patrón oro), aumentará el dinero circulante y subirán los precios, se devaluará la moneda y la economía perderá competitividad. Ningún liberal defenderá tal cosa, y menos con un sistema de dinero fiduciario. Los liberales (esos tíos tan raros) defienden el retorno al patrón oro, algo que pone los pelos como escarpias a los estatistas, ya que proporciona más poder al ciudadano a cambio de quitárselo al Estado.
La FED no es una institución capitalista, sino más bien al contrario. Se creó en 1913 a iniciativa del lobby bancario y colusorio dirigido por J.P. Morgan. La FED, como cualquier Banco Central, es un instrumento del Estado para planificar la economía. No suena muy capitalista, ¿verdad? No parece que la FED sirva tanto a los propósitos liberales del laissez faire como a los planificadores de un Socialismo atenuado. Por último, la FED emite moneda en régimen de monopolio, blindado por la legislación estatal. Decir que esa prerrogativa monopolística es una característica inmanente a un sistema capitalista, no deja de ser más que dudoso.Además, la FED decreta (por vía de monopolio legal) el tipo de interés, otro elemento de dirección férrea de la Economía en manos del Estado. Es la expansión crediticia auspiciada por Greenspan (quien bajó los tipos de interés a porcentajes históricos) durante la era Clinton y la política de alocado déficit y proteccionismo de Bush tras el 11S (¿pero no dice "EL País" que Bush es liberal?) lo que ha envilecido el dólar y facilitado que los Bancos pudieran conceder hipotecas de altísimo riesgo a quienes no podrían pagarlas (las ya famosas subprime). Y si los bancos lo han hecho es porque sabían que de venir un crack, el Estado no les dejaría quebrar por motivos electoralistas. No es casualidad que estas entidades hayan quebrado justo antes de las elecciones norteamericanas: era el mejor momento para ellas, el momento en el que ningún político va a negarse a que cierren entidades demasiado grandes.
Respecto a que el mercado de EE. UU. está poco regulado, es lisa y llanamente un disparate. Está mucho más regulado que el español, por ejemplo. De hecho, hay una institución reguladora casi en cada sector económico. En un principio defendían la libre competencia con sus regulaciones, pero desde hace décadas las empresas necesitan que sus bufetes de abogados alcancen unos niveles de especialización abrumadores en las regulaciones exhaustivas de cada sector empresarial. Y dos de los sectores más regulados son precisamente donde se ha generado la crisis: el inmobiliario y el financiero.

¿Casualidad?

¿Cómo se explica que si "la culpa es de la falta de regulación" los sectores críticos hayan sido precisamente dos de los más regulados e intervenidos? ¿Por qué no ha surgido la crisis en sectores mucho menos intervenidos por el Estado como las comunicaciones, los servicios o los bienes de consumo? ¿Cómo es posible que la crisis haya surgido en los dos sectores donde el Gobierno interviene con mayor discrecionalidad y no en los verdaderamente dejados "de la mano invisible del mercado"?

Comentada la falsedad de la premisa primera ( "Los EE. UU. son el colmo de la no regulación y el capitalismo" ), sigue la dos:

2)Si la crisis se inicia en EE. UU. y en esos sectores económicos, se debe a la primera premisa.

Pero ya hemos visto lo endeble que es esa premisa aceptada por casi todos. Resulta que el sector financiero y el inmobiliario están amplísimamente regulados e intervenidos por el Gobierno. El suelo, por ejemplo, está intervenido en casi todos los Estados del país, las licencias de construcción se consiguen tras un proceloso trajín burocrático (¿pero no nos decían los progres que los agentes económicos hacían en EE. UU lo que les daba la gana como y cuándo querían?). El sector bancario, también reguladísimo, ofrece créditos y préstamos según la oferta monetaria y los tipos de interés, que son decididos por… ¿quién?

¿El mercado?

No

¿La banca privada a su libre albedrío?

No, o al menos no directamente, otra cosa es que sobornen…

¿Los malvados liberales ultracapitalistas?

Buen intento, pero no estamos en la SER. En EE. UU y en todo el mundo (para nuestra desgracia) los tipos de interés y la oferta monetaria están decididos unilateralmente por los Bancos Centrales, es decir, organismos ESTATALES que planifican (o eso intentan, los resultados los estamos viendo ahora) la economía. Es decir, que un elemento trascendental de la economía (el precio del dinero y el volumen de la oferta del mismo, así como la creación del dinero bancario) está intervenido estrictamente, detalladamente, cuidadosamente… por el Estado.
Con todo esto, llegamos al ahora difícilmente sostenible punto tres:

3) Por tanto, si queremos evitar que esto vuelva a suceder en el futuro y aminorar los perjucios que nos cause esta crisis, debemos hacer todo lo contrario a lo que la ha causado. Si ha habido nula regulación, ahora debe de haber más y ser exhaustiva. Si el Estado no ha intervenido, ahora debe hacerlo mucho más minuciosamente. Si la causa es el liberalismo económico, el capitalismo "salvaje", debemos empujar el péndulo al extremo contrario./
Si llevas haciendo algo mucho tiempo y no funciona, es normal pensar en hacer algo distinto e incluso, lo contrario. Pero lo que se lleva haciendo mucho tiempo ¿es la aplicación real del capitalismo o su ablación mediante el intervencionismo desaforado?


IV ¿Cuál ha sido realmente el sistema imperante durante todos estos años?

Si realmente necesitamos que intervengan los Estados ahora, ¿no podrían haberlo hecho antes?
Efectivamente, es que ya lo han hecho antes. Mejor dicho, no han dejado de hacerlo en ningún momento. Y no sólo mediante la regulación estatal y la emisión de moneda y fijación del tipo de interés a mayor gloria del político de turno (insisto, elementos planificadores que nada tienen de capitalistas y sí de estatistas).
El Gobierno Bush nada ha tenido de liberal. Bush nunca dijo que fuera liberal, sino "conservador compasivo" (terminología que enraíza en la importancia de la religión en los EE. UU. aunque por aquí en los arrabales del imperio nos suene extraña). Bush disparó el déficit, aumentó el aparato gubernamental (tras prometer que lo reduciría), el intervencionismo en la educación y la sanidad, aprobó un descomunal paquete de medidas arancelarias de corte mercantilista que harían vomitar a Adam Smith y recortó las libertades individuales tras el 11-S mediante la "Patriot Act". Achacar las consecuencias económicas de su mandato al liberalismo es como achacar el genocidio nazi a la tolerancia racial y el civismo de Hitler.
Y es que otro de los mitos izquierdistas consiste en identificar a los liberales con la derecha conservadora. Cierto es que hay liberales que se consideran conservadores, como otros se consideran anarquistas. Cierto es que Hayek indicaba que ante el socialismo, el liberalismo sólo podía influir en los políticos a través de partidos conservadores (lo mismo pensó Pedro Schwartz cuando fundó un partido político tras la transición y luego propugnó su fusión con Alianza Popular). Pero [b]la derecha conservadora suele ser tan intervencionista como la izquierda[/b], y por eso los dos mayores defensores del "plan de rescate financiero" son… ¿adivináis?
¡George W. Bush y Barack Hussein Obama! Ambos ante el gesto torcido de McCain.

¿En qué consiste ese "plan de rescate"? Básicamente, en aplicar quimioterapia a quien no tiene cáncer y sí una infección grave. No remitirá la enfermedad más que en apariencia y a muy corto plazo y se multiplicarán los problemas a la larga. Pero esto que se presenta como algo "nuevo" y casi como "el acta de defunción del capitalismo" no es ni más ni menos que la misma receta del New Deal de Roosevelt a la luz de la hoguera keynesiana. No es ni más ni menos que la traslación de lo que dijo Nixon con aquello de "Todos somos keynesianos". No es ni más ni menos que lo que llevan haciendo periódicamente los gobiernos norteamericanos en los últimos quince años.

Hace un año ya se inyectó liquidez a los mercados, tanto a nivel europeo, en agosto del 2007 (se dijo que era una inyección de liquidez "histórica" como a nivel estadounidense.
Se dijo que era para evitar justo lo que está pasando. Se hizo hace un año exactamente lo mismo que van a hacer ahora, pero a menor escala. Como se ve, no se logró evitar la crisis, al contrario, se agravó el proceso al poner la crisis en estado de falsa latencia, propiciando más errores de inversión y el aumento de la burbuja que necesariamente debe estallar. Al inyectar dinero en activos no rentables, se distorsiona el valor de mercado de esos activos y se propicia que quienes los han gestionado no los liquiden, inflando así sus cuentas (con la infame colaboración de las corruptas e ineficaces agencias de "rating" que no han advertido de los riesgos).
Si no funcionó hace un año ¿qué hace pensar que ahora sí?
El Ministro de Economía español (ése que ahora dice que "nunca ha negado la crisis" [sic]), Pedro Solbes, también inyectó liquidez el pasado abril, de resaca electoral y sin que casi se hablara del tema. Y lo hizo en base a las mismas causas que lo hace Bush ahora. Como puede verse, no logró nada, salvo arruinar la tesorería del Estado, ya esquilmada por la promesa de devolución de 400 euros a cada contribuyente (promesa sólo útil al ego del Presidente para poder sacar pecho diciendo que cumplió una de las 40 promesas que hizo, curiosamente, una de las más dañinas para el devenir de España a corto plazo).
Desde luego, las causas que han traído la crisis tienen poco de capitalistas. Lo que sí se ve reiteradamente es la función intrusiva de la actividad gubernamental en el mercado, el velo monetario que ciega a los agentes económicos a base de inflación y expansión crediticia y distorsiona el mecanismo de los precios. Si un elemento básico del capitalismo es la defensa de la propiedad privada, esta crisis tiene una de sus causas en la descomunal vulneración de la propiedad privada perpetrada por los bancos (con permiso y fomento de los Gobiernos al rebajar los tipos de interés), consistente en prestar más del 90% del dinero que les cedemos. Prestan a largo plazo el dinero que depositamos a corto plazo, de ahí primero la crisis de liquidez y después, cuando bajan los precios de los activos adquiridos, la crisis de solvencia.
Intervención, monopolios estatales, rescates con el dinero de los contribuyentes, asunción de pérdidas privadas por los ciudadanos sin que se les pregunte si están de acuerdo, vulneración de la propiedad privada de los depósitos bancarios, aniquilación del patrón oro para que el Estado tenga el poder absoluto en la oferta monetaria, compadreo lobbysta entre bancos y políticos que se cubren las espaldas unos a otros…
Quien diga que esto tiene que ver algo con el capitalismo, es porque le han metido en la mente una idea muy peculiar de lo que es el capitalismo. Y quienes hayan redefinido al capitalismo a su antojo para obtener poder sobre las mentes de millones, serán los mismos que han borrado a Mises de los libros de texto, ya no digamos de las tertulias políticas.
Yo no veo que las principales causas de la crisis sean inevitables, ni inherentes al capitalismo. Lo que veo es un intervencionismo que amordaza al mercado hasta convertirlo en un coto estatal cuyas llaves pertenecen al poder, un poder que ignora voluntariamente (cuando no las desconoce por pura estulticia) las leyes económicas sobre las que Mises y algunos otros arrojaron la luz del conocimiento. Lo que sí veo es que el mercado acaba convirtiéndose no en un capitalismo de Estado, como dicen muchos, sino en un socialismo de oligopolistas conchabados con los Gobiernos: Un estatismo de mercado, una amalgama de cárteles financieros mantenidos, criados y alimentados (y eventualmente salvados) por la acción expropiatoria que los gobiernos desatan sobre los ciudadanos, supuestamente en beneficio de estos últimos.
Lo que veo es un poder político que mediante el monopolio de la Ley hace y deshace a su antojo e interviene según le place, sin predecir adecuadamente las consecuencias ineludibles de su intervención y que luego, cuando fruto de sus desmanes y dinámicas intervencionistas, llega la crisis, nos ofrecen como cura y salvación la misma "medicina" que nos llevan administrando décadas: más intervencionismo.
Un intervencionismo que inventa sus propias reglas, pero que llegado el caso, no tiene inconveniente en saltárselas y declararlas legales [i]a posteriori[/i]. En definitiva, lo que tenemos no es un capitalismo salvaje, sino un intervencionismo salvaje. No hace falta más regulación (es casi imposible más), sino mejor regulación y generalmente, cuantas menos sean las normas, más sencillo será cumplirlas y más eficaces las consecuencias de su cumplimiento.
Lo peor de todo es que mucha gente, ante el pavoroso rostro de la crisis, solicitará protección e incluso verá como algo normal que sea el Estado quien tenga que vigilar la sociedad. Otros preferimos que sea la Sociedad quien vigile al estado, porque consideramos que el segundo es parte de la primera y no al revés, como pensaban individuos tan próximos (y no es ironía) como Mussolini y Stalin.
Es por ello por lo que creo que hay que combatir el monopolio del pensamiento dando cabida a opiniones a las que muchos no podrán (ni querrán) acceder. Sé que probablemente nadie lea ni escuche, pero quizá alguien se atreva a dudar de lo que le dicen y desee echar un vistazo a otras opiniones diferentes a las establecidas. Basta con que una sola persona dude de si todo está tan claro como parece para que el esfuerzo merezca la pena; pero para que surja la duda, es necesario que haya al menos más de una opinión y que se rompa el monopolio del pensamiento.
Y en la ínfima medida de mis posibilidades, eso es lo que he intentado hacer.



Dentro de una importante contribución original al pensamiento
económico, [Ludwig Von Mises] demostró que las depresiones eran consecuencia de
la políticas de expansión crediticia patrocinadas por los gobiernos pensadas
para rebajar los tipos de interés del mercado. Demostró que esas políticas
creaban malas inversiones a gran escala, que privaban de capital líquido al
sistema económico y llevaban a contracciones del crédito y de ahí a las
depresiones. Mises era un destacado defensor del patrón oro y del

laissez-faire en la banca, que, según creía, llevaría virtualmente a un
patrón de reserva de oro al 100% y haría así imposible tanto la inflación como
la deflación.
http://www.liberalismo.org/articulo/393/61/ludwig/von/mises/defensor/capitalismo/

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