Es obvio que los funcionarios tienen mala prensa, pero viendo que es la salida laboral preferida de la mayoría de españoles en edad de trabajar, parece que sean tan mal vistos como envidiados. Si se les critica tanto como se anhela su estatus, ¿no se tratará más de envidia que de crítica constructiva?
En mi opinión, en muchas ocasiones se pretende dar a los políticos una patada usando el trasero de los funcionarios. Se ve en la masa funcionarial un ejemplo de la mala gestión y la corrupción política, olvidando cuestiones relevantes. Una de ellas, es que el estatus de no pocos funcionarios de carrera, ha sido logrado tras que éstos hayan invertido algunos de los mejores años de su vida en una preparación durísima y sin garantías de éxito, sin que se aminore el riesgo de que "un mal día" en un examen les arruine el trabajo de años. Otra cuestión, es que hay trabajos desempeñados por funcionarios que son esenciales en la sociedad y tienen una retribución por la que la mayoría no estaría dispuesto a desempeñarlos (atención a personas con distintos tipos y grados de minusvalías, lucha contra el crimen organizado...).
Yo no estoy en contra del recorte del sueldo a los funcionarios, si bien considero que podría haberse salvaguardado a aquéllos que tienen unas retribuciones más bajas. De lo que sí estoy convencido es de que habría posibilidad de ahorrar mucho más dinero en muchas más cosas antes de recortar esos sueldos: PER, radios y televisiones públicas, la miríada de Empresas Públicas, las fantasmagóricas Diputaciones Provinciales, el Plan E, la masiva propaganda institucional, las dietas de los políticos y altísimos funcionarios del Estado, el injusto y repulsivo sistema de Pensiones de sus Señorías diputados y senadores...
Para dar otro punto de vista, comparto aquí un email que me ha llegado que dice tener como autor a Gustavo Vidal Manzanares y que seguro que algunos ya conoceréis. No estoy de acuerdo con todo lo que dice, sólo con algunas cosas, pero considero apropiado aportar reflexiones diversas a una cuestión que quizá no es tan sencilla como la pintan muchos (liberales incluidos).
En 1956, Dolores Medio escribió “Funcionario público”, novela desgarrada donde se narran las penurias de Pablo Marín, funcionario atado a un sueldo mísero que malvivía en un cuartucho junto a su mujer. Tras las décadas siguientes de desarrollo, la figura del empleado público casi indigente, trasunto del cesante de novelón galdosiano, fue poco a poco hundiéndose en el olvido.
Pero en los últimos días, la cloaca política y mediática neoliberal ha babeado de placer ante los ecos de una posible congelación salarial a los funcionarios. Sin embargo, nada sería más injusto que pasar la factura de la crisis a este colectivo.
Así, en los momentos de hervor económico y ladrillazo, un encofrador podía duplicar el sueldo de un Técnico Superior de la Administración, y para conseguir que un albañil viniera a casa había, poco menos, que apuntarse en una lista de espera y cruzar los dedos.
Mientras los funcionarios perdían poder adquisitivo y realizaban malabarismos contables con el sueldo, miles de paletos de eructo, puti-club y caspa montaban una constructora y juntaban billetes de quinientos euros como cromos. Legiones de jóvenes abandonaban los estudios y dejaban sus libros escolares criando polvo mientras se pavoneaban en coches refulgentes… ¿los funcionarios? Unos “pringaos, hombre, unos “pringaos”… ¿para qué estudiar?, ¿para qué invertir?, ¿para qué innovar?... “España va bien”.
Y mientras tantos celebraban sus ganancias entre cubatas, risas, rayas de coca y “España va bien”, miles de hombres y mujeres habían inmolado sus mejores años junto a una taza de café cargado, un flexo y un temario de oposiciones. Con los codos clavados en una mesa, viendo la vida desfilar a través del claroscuro de un ventanal, a la espera del momento crucial y temible de los exámenes.
Pues bien, ahora resulta que, según los neoliberales, los efectos de aquellos excesos han de pagarlos los “privilegiados funcionarios”, precisamente el colectivo que apenas se benefició del auge económico y que, por supuesto, no provocó la crisis. Según ese planteamiento no pidamos cuenta a las entidades bancarias que prestaron dinero sin las debidas garantías. No pensemos que las ganancias obscenas de la especulación acabaron en paraísos fiscales. No indaguemos en ayuntamientos y comunidades que dilapidaron millones encargando obras absurdas que enriquecieron a empresarios. No, no… todo esto que lo paguen los funcionarios. Sí, los funcionarios, aquellos “pringaos” durante los años del falso esplendor económico. Sí, el juez que sacrificó como poco cinco años en una oposición terrorífica (aparte de los cinco de carrera) para ganar menos que muchos fontaneros. Sí, los miles de opositores que hubieron de recurrir al Lexatín, el policía que se juega la vida por mil quinientos euros mensuales, el auxiliar que no gana más de novecientos… ¡resulta que estos han de pagar la crisis y son unos “privilegiados”!
Gustavo Vidal Manzanares es jurista y escritor
"Avaratar", estreno en junio en todas las nóminas de funcionarios.
Vale que los funcionarios no tienen que ser los únicos que apechuguen, pero algo tendrán que ver en la crisis cuando su número se ha disparado en estos últimos años de cubatas y coca. Tampoco es que los policías ganen poco por "jugarse la vida", pues 1500 euros son un pastón que muchos que han estudiado una carrera y han hecho master no cobran ni en los bancos.
ResponderEliminarLe podría yo hablar a este señor de los "pringaos" que estudiamos una carrera de económicas y nos dejamos la vida en empleos temporales, con jornadas de 9 a 21 por 900 € (privilegiados ellos), incluso festivos, aguantando mobbing, zancadillas y rivalidades... y es que quien no conoce la empresa privada por dentro no sabe hasta qué punto el funcionario peor pagado es más afortunado que la mayoría de empleados del sector privado.
Por si fuera poco, este señor se olvida de que menudo un funcionario trabaja sólo de 9 a 14 horas, con media hora del pincho incluida y se le respetan los festivos y vacaciones de forma escrupulosa. Tampoco se despierta cada día pensando cómo mantendrá a su familia o pagará la hipoteca si pierde el trabajo.
Lo del estereotipo de la construcción es bastante acertado, y refleja una repugnante sociedad de nuevos ricos donde los tontos se hacían con bmw, hipotecas, ya no rayas, sino una línea del ecuador, o se metían en política, o se iban con los constructores y los políticos, o transigían... vamos, la versión funcionaria del laissez faire.
Para Daniel ...Para ser licenciado en económicas, pintas el panorama clásico del trabajador sin cualificar, que no sabe hacer la O, ni con un canuto, y cuyo currículo en materia de destrezas laborales cabe en el canto de una tarjeta de visita. Ni mucho menos es el panorama de un trabajador que se ha actualizado a nivel de destrezas profesionales. Si es tu caso, te tengo que decir que tu paso por la universidad ha sido una completa pérdida de tiempo, ya que deberías tener capacidad y destrezas no ya para ganar mucho más trabajando para otros, si no para generar empleos.
ResponderEliminarPara anónimo:
ResponderEliminarLos que no saben de Economía piensan que para ganar un buen sueldo basta con tener una carrera, porque no saben que existe algo que se llama oferta y demanda. Un empleado no vale porque tenga estudios, sino porque alguien lo necesita. (Igual que una barra de pan no vale porque lleve dos horas de trabajo hacerla, sino porque alguien la necesita)
Si no se demandan tantos economistas, o albañiles, o médicos como se ofrecen... es normal que se paguen salarios ridículos y que se les impongan condiciones laborales indignas... por muchas licenciaturas, buenas notas o capacidades que tenga. De esta forma es difícil acceder a buenos puestos donde adquirir experiencia de calidad para ascender laboralmente, o en los que dispongas de tiempo para formarte más... Eso es lo que pasa en Asturias, creo que también en Madrid, aunque en menor grado.
No sólo eso. De la facultad de Económicas se sale sin saber hacer casi nada en la vida real, igual que de Derecho o de Medicina, o de Arquitectura. Sólo la experiencia enseña realmente a hacer las cosas bien.
Sobre lo de formar empresas, en eso estamos, algo que resulta extraño a muchos a pesar de su insistencia en alabar al empresario. Paradójicamente muchos liberales son funcionarios (también lo fueron Smith o Mises), debe ser que eso facilita en gran medida disponer de tiempo y de autonomía para dedicarse a la teoría.
No es de extrañar que los mejores de cada carrera hagan oposiciones en cuanto les sea posible. Como decía una canción: "así da gusto vivir".
"Una de ellas, es que el estatus de no pocos funcionarios de carrera, ha sido logrado tras que éstos hayan invertido algunos de los mejores años de su vida en una preparación durísima y sin garantías de éxito, sin que se aminore el riesgo de que "un mal día" en un examen les arruine el trabajo de años."
ResponderEliminarQue pasa que para trabajar en la privada no hay que estudiar? Acaso se nace ingeniero.... no, pues hay que dedicarle muchos años de tu mejores años para poder titularte, y trabajar en el que quieras.
Has perdido todo el norte. Uff... A nadie le vendes la moto con tus argumentos basura..... bueno, solo a más funcionarios.
Daniel: Creo que tu argumento sobre la gratuidad con la que opina de la empresa privada quien no ha trabajado en ella, es cierto. Por eso mismo considero peligroso caer en el mismo error en sentido contrario, esto es, hablar de la función pública sin haberla vivido. Ojo, que no estoy diciendo que sea tu caso, pero sí el de muchos pseudo-liberales que se limitan al cliché "Funcionario = Vago redomado y enchufado". Como no me gustan los extremos, he querido traer a colación ese mail. No estoy contra el recorte salarial de los funcionarios, sí estoy contra que sea la primera medida cuando hay muchas otras mejores y más eficaces.
ResponderEliminarAnónimo primero: comparto la opinión de Daniel sobre que el valor de un empleado depende de su adaptación a la demanda de empleo y sobre lo inútil de los títulos de licenciatura en el caso de muchas carreras universitarias. A menudo me encuentro con que quienes más aprecian esos títulos son quienes no los tienen, mientras que los que lo tenemos a veces ni nos acordamos de tenerlos.
Anónimo segundo, gracias por tu aporte (no es ironía, ojalá hubiera muchos más comentarios críticos, lo considero sano y divertido). Gracias también por considerar "que he perdido el norte" puesto que eso supone que alguna vez lo tuve, lo cual no es poco.
El párrafo que me citas creo que es acertado en el contexto del artículo: la crítica a los funcionarios muchas veces viene por considerarles enchufados u oportunistas, pero muchos puestos suponen haber superado una competencia muy dura (a veces hay puestos a los que aspiran inicialmente cientos de personas). ¿Supone esto no reconocer los años de esfuerzo del licenciado que trabaja después en la empresa privada? En absoluto, pero no olvides que mientras que el ingeniero que nombras ha tenido que esforzarse mucho en su carrera, muchos funcionarios han tenido que opositar muchos años tras haberse esforzado en sus carreras tanto como ese ingeniero (a veces más, a veces menos) y alargando el momento de incorporación a la vida laboral, con las consecuencias que eso tendrá en su cómputo de cotización a la Seguridad Social (y de pérdida de esos años que nunca vuelven).
Espero verte a menudo por aquí, todos sois bienvenidos.
Saludos y muchas gracias por leer y comentar.