domingo, 29 de noviembre de 2009

Drama constitucional con Barça-Madrid al fondo.

En mi anterior entrada hablaba sobre la repetición de la historia, comparando la elección del Presidente "fijo" de la UE con el del emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. Es sencillo rebuscar en el pasado para toparnos con paralelismos con los días que nos han tocado vivir. Un breve apunte al respecto lo veremos dentro de unas horas en uno de los acontecimientos deportivos del año, la periódica confrontación entre los dos máximos exponentes del fútbol de clubes de nuestro país.

Al igual que el nacionalcatolicismo franquista se quiso apropiar de los éxitos del Real Madrid (pese a lo mal que se llevaba Santiago Bernabeu con los jerifaltes del régimen), el nacionalismo catalán secuestra al F. C. Barcelona como instrumento propagandístico de primer orden. Lleva pasando lustros, pero ese triste proceso se ha acelerado en la era del "laportismo". Es curioso lo de Laporta: conjuga la etapa más exitosa a nivel deportivo de su club (superando al Barça de Kubala, el de las cinco copas, el de Cruyff como jugador, el "Dream Team" con el holandés en el banquillo) con la etapa de mayor postración del club a los delirios nacionalistas.




Laporta entiende que esa vinculación es natural y que lo criticable sería que el club blaugrana no fuera un instrumento del catalanismo. Demuestra así sus prioridades.

Esta semana pasada hemos visto al búnker mediático del nacionalismo catalán demostrar que la pluralidad ideológica no va con él. La maniobra de los doce periódicos vinculando la asunción de los postulados nacionalistas con el respeto a la "dignidad catalana" no es más que la típica treta de los fanáticos: "O asumes mis ideas o eres un totalitario; o me das lo que quiero o me obligas a romper la baraja". En este sentido, la diferencia entre los nacionalistas que llegan a la violencia asesina y los que no, es una cuestión de gradación, de intensidad. Sin duda es una diferencia importante sino definitiva y relativizarla sería injusto. Pero el planteamiento de "o te postras o entonces me siento atacado" es el mismo.

Es el mismo planteamiento que decía durante el franquismo que el buen español sólo podía ser franquista o falangista (o ambas cosas), en definitiva, afecto al régimen. Para el nacionalismo catalán, el buen catalán sólo puede ser nacionalista. Arzalluz fue bastante más explícito y dijo en varias ocasiones que "por supuesto que el buen vasco tenía que ser nacionalista".

Veremos con qué nos sorprende el nacional-catalanismo en la puesta en escena del gran partido. Sin duda, no dejarán pasar la oportunidad. Ya veremos cómo los realizadores de TV3 manejan las cámaras para lanzar el mensaje promovido por Montilla, ERC, CiU y con la anuencia entusiasta de Laporta.

La sensación de país de chirigota no nos la va a quitar nadie. En medio del drama de la derogación fáctica de la Constitución, los fanatismos ideológicos volverán sus miradas hacia dos docenas de jóvenes vestidos de futbolistas, muchos de ellos maestros del balón, de entre los mejores del mundo en su profesión, pero que a la inmensa mayoría de ellos ni les va ni les viene el tema del Estatut (aunque traguen lo que sea con tal de hacer ver que "sienten el club"). Sólo espero que la victoria de uno sobre otro equipo no sea causada por error arbitral. ¿Se imaginan lo que dirían los doce periódicos catalanistas si el Madrid vence o incluso empata gracias a un error del árbitro? Tendremos interpelaciones parlamentarias sobre el tema, apostaría sobre ello.

Esperemos que no llegue "la sangre" al césped.

Ah, y por cierto: que gane el mejor.

2 comentarios:

  1. Mientras no pase como en 1969 entre Salvador y Honduras (Guerra del fútbol)...

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  2. Curioso, desconocía los hechos. Sin duda, un ejemplo de la capacidad que tienen los odios políticos y nacionalistas y patrioteros de contaminar todo lo que tocan y envilecer cada expresión social, deportes incluidos.

    Saludos.

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