martes, 12 de mayo de 2009

La raíz marxista del cáncer sindical

¿Por qué los sindicatos se empeñan en ser parte del problema en vez de ser parte de la solución? ¿Qué ganan ellos presionando para perpetuar políticas que provocan paro y frenan el desarrollo económico? ¿Se trata meramente de un error intelectual o es que en el fondo tienen interés en que la "clase trabajadora" sea rehén de unas condiciones socioeconómicas que le perjudican?

Antes de nada, quiero indicar que conozco a sindicalistas honestos que —independientemente de las confusiones ideológicas que en mi humilde opinión arrastran— realizan una labor encomiable y no pocas veces gratuita o poco remunerada asesorando al trabajador. Los abusos empresariales existen, qué duda cabe. Suelen centrarse en la asimetría de conocimiento sobre la legislación laboral. Lo normal es que los dos firmantes de un contrato sepan lo mismo sobre las condiciones que los obligan, pero la complejidad y heterogeneidad de la legislación laboral (en gran parte debida al intervencionismo estatal) hacen que esta sea mucho mejor conocida por el empleador que por el empleado, lo que da lugar a usos aprovechados y fraudulentos por ese mejor conocedor. Ahí, como asesores e informadores, muchos sindicalistas "rasos" realizan un trabajo de agradecer, verdaderamente útil. No suelen ser los sindicalistas que prosperan en sus organizaciones, al contrario. Quienes suben jerárquicamente suelen ser quienes persiguen las horas de liberado sindical para, lisa y llanamente, trabajar menos (o nada), los que tienen más afán político que solidario. Hay una diferencia tremenda entre las directivas de los sindicatos y algunos de sus miembros de base, tanta como la que se da en los partidos políticos.

Dicho lo cual, menciono dos opiniones que resumen a la perfección la mía sobre el papel actual de los sindicatos. La primera es la del reciente y extraordinario artículo de Juan Ramón Rallo en Libertad Digital, donde deja bien a las claras de qué manera los sindicatos se han convertido en un problema para los trabajadores. Otra opinión es la de un amigo de este blog, José Luis Valladares Fernández en su artículo "postura sindical absurda", a raíz de la manifestación de los sindicatos contra el gobierno autonómico madrileño mientras le bailan el agua al gobierno socialista estatal.

Ahora bien, ¿de dónde viene esta absurda (como bien dice José Luis) y destructiva (como bien explica Rallo) postura sindical? ¿En qué se basan los sindicatos para mantener una línea tan deletérea para los ciudadanos que supuestamente dicen defender?

Mi entrada de hoy intenta explicar la respuesta alegando que los clichés usados por los sindicatos en pleno siglo XXI no son una demostración de modernidad, sino al contrario, una evidencia de su mentalidad anacrónica. Afirmo esto porque considero que se basan directamente en el marxismo, caja de Pandora decimonónica de todos los colectivismos de los últimos 200 años.



1) Teoría del valor:

Todo el aparato conceptual marxista surge de una teoría del valor equivocada. Apoyándose primero en nada menos que Aristóteles (aunque el marxismo tiene claras similitudes con la filosofía platónica de "La República") y en el prestigio de la escuela clásica, Marx fundamenta el valor del fruto del trabajo en el propio trabajo incorporado. Dicho error no es original del de Tréveris, sino que ya lo encontramos nada menos que en Adam Smith y la escuela clásica.
Al propugnar la teoría del valor-trabajo se convierte al obrero en el agregador y creador del valor del producto elaborado. Se le da en exclusiva el mérito del proceso productivo y se genera un concepto ocioso de las personas que no son fácilmente encuadrables bajo el concepto de "obrero". Este es el primer paso de la división maniquea inherente al marxismo y de la que beben los sindicatos. La revolución marginalista y la teoría del valor subjetivo basado en la escasez del producto, no ha sido ni conocida de refilón por los sindicalistas, que como mucho, se habrán apuntado a etiquetar esas teorías como "respuestas de la burguesía reaccionaria" al marxismo.




2) Teoría de la plusvalía:


Si el valor del producto es incorporado por el trabajo del obrero, ¿cómo es posible que quien no incorpora valor alguno (el empresario) obtenga una ganancia? La solución aparentemente lógica es de que el empresariado remunera al trabajador por un importe inferior al valor creado por el obrero, "secuestra" ese valor apropiándose de él. Esto supone una estafa al obrero, estafa que es doble si luego ese producto es vendido a la clase obrera, claro.

Ya tenemos conceptuada a la clase ociosa (empresarios que no aportan valor al producto ya que no trabajan en su elaboración sino en actividades adyacentes, generalmente de explotación del obrero y de reinversión de las ganancias para perpetuar y extender su modelo de negocio) que además basa su beneficio en una apropiación del valor generado por el obrero, apartando a este de un beneficio al que tiene un derecho legítimo.
Eugene von Böhm-Bawerk desarmó esta teoría, pero ¿cuántas personas han oído hablar de él y cuántas sí saben quién fue Karl Marx?

Los sindicatos han amenazado con hacer una huelga general, pero no al Gobierno, sino a los empresarios (!). Aunque el aviso se da al Gobierno para que no "ceda" a las pretensiones empresariales (es decir, para que continúe y profundice las políticas del paro masivo) en realidad el PSOE se adhiere a esa declaración para mandar un mensaje claro: "no me pidáis que tome decisiones buenas para España pero malas para mis expectativas electorales; prefiero un país arruinado con el PSOE en el poder que uno próspero donde puedo no ser el que mande". Ya sabemos, pues, lo que podemos esperar.

3) Lucha de clases:

Esta barbaridad es insostenible sin recurrir al tópico marxista de la lucha de clases. En dicho tópico, la prosperidad es limitada y lo que uno gana lo tiene que perder el otro (algo que comparten con el mercantilismo). Se niega la posibilidad del mercado de crear prosperidad mediante la colaboración pacífica de los individuos. La riqueza parece que "ni se crea ni se destruye, sólo cambia de manos" Así, cuando unos están en crisis es debido a que "otros han especulado y se han aprovechado de la situación o enriquecido demasiado". Nos suenan estas frases como explicativas de la actual crisis,¿verdad? De nada servirá alegar las pérdidas o reducciones en los beneficios que están teniendo las grandes corporaciones ni señalar los muchos empresarios que han tenido que cerrar sus negocios (provocando paro de sus trabajadores). Parece que cuando un empresario cierra, lo hace para fastidiar.

La raíz de este prejuicio la encontramos en el "Manifiesto comunista", donde claramente se divide la sociedad en dos clases que luego fueron explicadas en "El capital": propietarios (burgueses, nobles, etc) y proletarios (quienes no tienen nada y sólo pueden dejarse explotar para subsistir). Marx reduce las clases sociales a tan sólo dos para sembrar entre ellas un antagonismo irreconciliable. O eres de unos o eres de otros. No cabe neutralidad y si la hay es meramente temporal (así, el pequeño burgués acabará siendo desposeído por el burgués, quien le reducirá a la condición de proletario). "O estás conmigo o estás contra mí". Los ecos del evangelio parecen resonar en la obra marxista. Pero el Mesías no es un hombre, sino un ideal: "paz entre pueblos y lucha entre clases". Es el odio lo que sirve de anestesia a los sindicatos. El odio al empresario y al enemigo inventado, por quien sienten una repulsión atávica y a quien creen culpable de todo lo malo.

Lo que quiero hacer ver es que esta forma de pensar tan infantil y maniquea es eficaz porque es sencilla. Es incluso tranquilizadora: proporciona una visión del mundo omniexplicativa. Siempre hay un "malo" a quien culpar de todo y un "bueno" en quien confiar y que nunca traiciona. Es una visión religiosa, pero simplificada al extremo. Marx erigió un imponente armazón filosófico (plagado de errores) pero la verdadera causa de su éxito es que logró dotar a su estructura de muchos elementos típicos de las religiones:

—División de la realidad en una dualidad cerrada e inamovible.

—Explicación de todos los fenómenos visibles. Lo malo es causado por el enemigo eterno.

—Promesa de una vida futura mejor. En las religiones suele ser la vida tras la muerte. Marx no nos hace esperar tanto y nos acerca "el paraíso en la tierra" a cambio del seguimiento ciego de su doctrina. ¿Cómo no va a tener éxito algo así? Además, el triunfo del proletariado sobre los "malos oficiales" Marx lo presenta como inevitable con argumentaciones histórico-filosóficas y cuasicientíficas. Es la manera de lograr la "fe" de los ateos, de los que se autoproclaman racionalistas.


Sé que quien haya leído hasta aquí estará pensando que poquísimos izquierdistas han leído a Marx, como demostró el actual secretario general deIzquierda Unida quedando en ridículo. Pero es que otro de los motivos del furibundo y lamentable éxito de Marx es lo sencillo que es resumir los puntales principales de sus teorías. No sólo escarban en los sentimientos más básicos del hombre (envidia, afán de venganza disfrazado de afán de justicia, justificación de la violencia basada en un ideal que debe realizarse sin cortapisas, sentimiento de predestinación al éxito) sino que son sencillos de transmitir y disfrazar de sentimientos superiores y doctrinas científicas. Es mucho más fácil convencer al inculto si se cree que en vez de violar los derechos ajenos, está ajustando cuentas con todas las injusticias de la Historia y encima adelantando un futuro inevitable. Esa persona se sentirá un instrumento de la Historia, un agente a través del cual el Weltgeist hegeliano realiza su obra y ejecuta el destino.




Todo este ensamblaje fantasmagórico es de donde emanan los sindicatos, armatostes decimonónicos injertados en el siglo XXI. Es curioso que se autodenominen progresistas cuando están entre las fuerzas más conservadoras (quieren conservar su poder y estructuras laborales obsoletas) e involucionistas de cuantas impiden el verdadero progreso de la sociedad. A pie de calle, su única razón de ser es el odio al empresario, anatemizado sistemáticamente desde hace dos cientos años.

2 comentarios:

  1. Amigo Nightcrawler:
    Tienes toda la razón del mundo en cuanto dices. Los sindicalistas, los que viven de esa supuesta defensa de los trabajadores, del marxismo solamente conocen el nombre. Estos sindicalistas, normalmente militantes de izquierda, presumen de marxistas por que piensan que eso viste y da prestigio ante sus defendidos. Tambien los hay que han renunciado clarmente al marxismo, como hizo Felipe Gonzalez en su dia, pero no vale de nada ya que conservan la liturgia del marxismo con todo su ceremonial.
    Y es la liturgia esa la que de verdad imprime carcter. El nombre sería lo de menos.

    Saludos

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  2. me gusto tu analisis y la verdad que estoy tratando de armar una especie de proyecto en contra del sindicalismo y tratar de elaborar un nuevo sistema que lo sustituya.asiq si encuentras informacion al respecto o si me enviaras tu opinion al respecto estaria muy agradecido.te dejo mi mail para que me escribas:eze_elsexy@hotmail.com.
    desde ya gracias.

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