La famosa web de subastas Ebay está solicitando a sus usuarios que firmen un formulario para presentarlo ante la Comisión Europea y el Europarlamento. Es una medida reactiva contra la iniciativa de grandes marcas de lujo europeas (sobre todo francesas, cómo no) mediante la cual solicitan que se restrinja por normativa europea el comercio electrónico sancionando la venta por internet de sus marcas. No queda claro si las propias marcas podrían venderse ellas mismas por internet, pero cabe sobreentenderlo. Lo que solicitan que se prohíba es que la venta sea con intermediarios.
Es una historia que hemos visto muchas veces. Alguien tiene una muy buena idea y la pone en marcha. Logra unos grandes beneficios porque su idea fomenta la interconexión entre particulares y espolea el intercambio comercial logrando bajar precios y aumentar la oferta, lo cual acaba incrementando la demanda y así sucesivamente. Esa buena idea (que es Ebay) logra que un particular tenga unas posibilidades de venta y de compra casi ilimitadas a precios poco intervenidos. Es una gran demostración del poder del mercado. Existe una gran capacidad de autoregulación debido a que cada individuo puede puntuar al otro en cada operación y la gente suele fiarse de quien tiene puntuaciones muy buenas. Quienes las tienen menos buenas, necesitan vender más barato. Reglas claras, concisas y sin contradicciones. Y funciona. Tanto que ha logrado cambiar los hábitos de consumo de mucha gente. Y eso no les gusta a quienes ya tenían una posición en el mercado y no quieren evolucionar.
Así que esos gigantes que ven conmovido su lugar en el mercado, ¿deciden competir? No. ¿Deciden innovar? No. ¿Deciden adaptarse? No.
Deciden, lisa y llanamente, moldear el mercado a su antojo. Pero ellos no pueden hacerlo con tanto poder como quisieran, así que van a llorarle al político de turno. En este caso es la Comisión Europea (ya que Ebay ha multiplicado las transacciones internacionales y especialmente las comunitarias); en otros casos será el Gobierno nacional, el autonómico, el local... Esas grandes empresas usan la excusa de la falsificación: "Se venden imitaciones de mi marca y eso me genera un perjuicio". En realidad, al político lo que le dicen es "aprueba la ley que a mí me conviene o tendré que reducir puestos de trabajo en mi empresa, haré que sean despidos sonados y tú serás el perjudicado". El político ni se lo piensa. Y menos habiendo crisis.
Perseguir la falsificación puede ser un motivo noble, pero la legislación que se pretende aprobar supondría que Kristine Falkenberg, de Köln, no podrá venderle un artículo de segunda mano a Claude Dupin, de Marsella, porque la marca no quiere, la UE no les deja y porque serán automáticamente sospechosas de traficar con falsificaciones... incluso aunque el producto sea auténtico. Para colmo, se ignora deliberadamente que existe una amplia demanda de productos que imitan a marcas auténticas y que su carácter de imitación es conocido, asumido y a veces hasta deseado por el consumidor.
Siempre que una buena idea profundiza en el funcionamiento y en la eficacia del libre mercado, vemos este tipo de reacciones, similares a las de los gremios profesionales de hace siglos. Estos "lobbys" defienden claramente el perjuicio del consumidor ocultándolo bajo manidas excusas, muchas de ellas de corte proteccionista (para configurar como más intolerables los productos falsificados, se hace hincapié en su origen asiático). El problema es la debilidad ideológica y la podredumbre intelectual del político cortoplacista de turno, obsesionado con las elecciones más cercanas y con profundo desconocimiento de las ventajas del mercado sobre el dirigismo gubernamental.
Si sois usuarios del ebay, recomiendo que firméis el protocolo. No seamos tan ingenuos de pensar que este será el paso final contra el librecomercio en internet. De tener éxito, sólo será el principio. Y por ahora, van ganando la batalla:
martes, 14 de julio de 2009
Nuevo ataque al libre mercado
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