Sé que no le voy a descubrir nada nuevo a nadie, pero no deja de llamarme la atención —aunque cada vez menos— la forma en la que si dices que eres de izquierdas puedes hacer justo lo contrario de lo que predicas.
Tenemos un gobierno cuyo nivel cultural no deja de escarbar en el subsuelo de la indigencia intelectual más vulgar, pero aún así, no se necesita ser culto ni instruido ni brillante para ser coherente. Uno de los blasones dialécticos más visibles del gobierno que padecemos es el de llenarse la boca con grandes conceptos (paz, solidaridad, libertades, equidad...) aunque generalmente los pisoteen con sus actos. Uno de los conceptos e ideas más prostituidas es el de igualdad. Tanto que hasta se han sacado de la manga un ministerio sin competencias, pero con ese nombre (los ministerios de fraternidad y libertad parece que los dejen para mejor ocasión, electoral, se entiende). Como cabía esperar viendo el exitazo del Ministerio de Vivienda, también creado ex novo tras las elecciones (en este caso, las del 2004), el Ministerio de Igualdad no ha tardado nada en convertirse en plataforma de mercadotecnia para la venta e imposición del "producto ideológico socialista". Eso sí, para justificarlo, le han dado el encargo exclusivo de convertir un delito (el aborto) en un derecho, algo que necesariamente debería ser llevado a cabo por el ministerio competente, esto es, el de Justicia (independientemente de nuestra opinión sobre el aborto, que es otro tema más que espinoso).
Para empezar, es de chiste que el Gobierno que ha impulsado el nuevo Estatuto de Cataluña hable de igualdad entre españoles. Pero en esta semana que acaba hemos tenido una clara muestra del concepto de igualdad que maneja el socialismo. El flamante vicepresidente tercero (como si no tuviéramos ya bastante con dos), Manuel Chaves ha prometido al presidente de la comunidad autónoma de las Islas Baleares, el socialista Francesc Antich, que la nueva financiación autonómica reconocerá el crecimiento demográfico de las islas. Hasta ahí bien. Parece una cuestión de justicia (al menos si no ponemos en solfa a ese becerro de oro que es el gasto público, claro, que también sería otro espinoso tema). Lo que pasa es que Chaves afirma que reconocerá ese crecimiento demográfico de Baleares justo tras negarle lo mismo al presidente de Murcia Ramón Luis Valcárcel.
Vamos, que a los murcianos no y a los baleares sí. Huelga decir que hay que ser muy mal pensado para creer que esto tiene que ver con que en Murcia gobierne el PP y en Baleares el PSOE (versión catalano-balear) junto a una miríada de nacionalismos.
Como también hay que ser mal pensado para no entender que según el propio Chaves la aportación estatal a la financiación de Cataluña "no puede quedar por debajo de la media", cosa que sí es posible en el caso de la comunidad de Madrid. Obviamente, de nuevo quien crea que tiene algo que ver el hecho de que Cataluña esté gobernada por un hermano siamés del PSOE y Madrid por el PP de la ultraliberal y neofascista Aguirre, es un paranoico. Sencillamente es que los catalanes sí pueden ser iguales y los madrileños no o mejor dicho, que los ciudadanos gobernados por el socialismo son más iguales que los no gobernados por él.
El caso es que sería deseable que Chaves nos aclarara a aquellos que somos tontos de los cojones, es decir, los que no votamos a la izquierda (incluso aunque tampoco votemos a la derecha o lo hagamos con la nariz tapada y como mal menor), qué comunidades autónomas sí pueden tener una financiación por debajo de la media y cuáles no. Sobre todo porque por misterios matemáticos, si hay una media, necesariamente debe haber elementos que influyen en la determinación de esa media que estén por debajo y por encima de ella.
Pero si apenas saben hablar, como para pedirles que no atropellen el lenguaje matemático.
Mitologías ("Mythologies"), de Roland Barthes
Hace 2 horas
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