miércoles, 30 de mayo de 2012

El bofetón del BCE a Rajoy

Con alevosía y nocturnidad, apenas iniciado el día 30 de mayo, el BCE ha filtrado a través del Financial Times que rechaza el plan del Gobierno español para sanear Bankia.

Dicho plan consistía en procurarle a la entidad acceso indirecto a la barra de liquidez del BCE a través de inyectar los 19.000 millones de euros en Bankia en forma de deuda pública o instrumento análogo. El Gobierno evitaba así acudir a subastas en las que la ya familiar prima de riesgo encarecería la financiación extra que el Estado requiere para recapitalizar Bankia. Pero en la jugada (cuya principal intención es que el rescate de la cuarta entidad financiera española no aumente el déficit) se requiere la aceptación del BCE.

Parece imprescindible que si se planifica una vía de recapitalización a tres bandas (España-Bankia-BCE) los tres implicados estén de acuerdo. Pero en la rueda de prensa de Rajoy el pasado lunes ya indicó, a pregunta de una periodista que "la conversación (con el BCE sobre este mecanismo) no se ha producido".

Chocante, cuando menos.

La noticia arroja dos tipos de consecuencias:

1) Económicas: la prima de riesgo se disparará este miércoles, precipitando a España a un rescate forzoso, salvo que el propio BCE ejerza de bombero tras haber echado gasolina y compre masivamente deuda española en el mercado secundario.

La inseguridad sobre cómo, cuándo y por qué importe se saneará Bankia, volverá a hundir su cotización, la de toda la Banca española y con ella, el IBEX. Empresas mucho menos culpables de la crisis, como Telefónica, Abengoa, Zeltia, IAG, Amadeus... son penalizadas por el mero hecho de ser españolas. Si acaso, sólo INDITEX está resistiendo la tormenta e incluso creciendo (anteayer adelantó a Telefónica como la empresa española con mayor valoración bursátil). En definitiva, el riesgo-país de España, su imagen como marca, sus expectativas, están en el ojo del huracán y cada vez más parecemos la siguiente ficha del dominó, la primera sobre la que impactará la ficha de Grecia.

2) Políticas:

Con todo, las consecuencias políticas son casi peores. El bofetón a Rajoy parece más bien un golpe en la mesa, mucho más virulento que el ultimátum que recibió De Guindos sobre Bankia durante la reunión del BCE en Barcelona hace semanas. En aquella ocasión, aunque días después (tras la patada en las posaderas a Rodrigo Rato) trascendió la secuencia de acontecimientos, las amenazas de Mario Draghi, rector del BCE, fueron a puerta cerrada. En esta ocasión, se filtra a la prensa el "NO" del BCE. Es como si Rajoy y Draghi jugaran un partido de tenis. El italiano se enteró por la rueda de prensa de Rajoy de la intención del Gobierno español. El gallego se entera por el Financial Times de que si quieres arroz, Catalina, esto es, "si quieres rescate europeo de tus bancos, eso conlleva intervención como en Irlanda".

la partida de póker está servida y España lleva las de perder. ¿Por qué los mismos que soportaron a Zapatero tantos años parecen dispuestos a que Rajoy sea el presidente más breve de la democracia española? Da la sensación de que el crédito de España se hubiera agotado (crédito político, el otro es obvio que lleva aún más tiempo en coma). A Zapatero se le soportó porque se daba por descontada su ineptitud, pero en Rajoy se tenían muchas más expectativas. Que no se rescatara antes a España ha sido porque la expectativa del cambio de Gobierno hacía a Europa esperar. Tras las elecciones, el destape de nuevas bolsas de deuda, las sucesivas revisiones al alza del déficit, el por ahora nulo efecto positivo de las reformas y el deterioro acelerado de los activos bancarios, ha exasperado a BCE (y a Alemania). Draghi ha asumido el papel de poli malo, relevando a una Merkel que ya ha visto las barbas de su vecino Sarkozy cortar y que ha padecido severas derrotas en las elecciones de algunos Länder. Si Merkel deja de ser la canciller en otoño del 2013, Draghi sería el máximo exponente de la ortodoxia monetaria que ferozmente ha defendido la Primera Ministra germana.

Con todo, diera la sensación de que en Bruselas se contemplara como opción deseable el descabezamiento del Gobierno español y la repetición de la jugada italiana, poniéndonos a un "Monti hispano" que siguiera al dedillo los dictados de la Comisión Europea, el BCE y Berlín. Parece que el candidato sería Joaquín Almunia, con lo que se da por descontado el apoyo del PSOE a una supuesta Gran Coalición PP-PSOE que hiciera un seguidismo perfecto de los dictados europeos.

De ser así, habremos dado un paso más en el aceleradísimo proceso de pauperización de nuestra ya maltrecha democracia.

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