jueves, 23 de junio de 2011

Los saldos de Zapatero

Con la llegada del verano llegan también las rebajas. Tras éstas, llegarán las segundas y terceras rebajas y finalmente, los saldos.

Con la renuncia (obligada) de Zapatero a repetir como candidato, la figura del Gobierno y de su Presidente se ha visto devaluada vertiginosamente. Y no es que el quinto Presidente de la reinstaurada democracia española haya hecho mucho por dignificar su cargo y el Gobierno que preside. Desde el principio de su mandato dejó claro que prefería victorías políticas y personales a logros para la nación. Renunció, sin pedir nada a cambio, al estatus que España había conseguido en el Tratado de Niza bajo la presidencia de Aznar a cambio de que alemanes y franceses le dieran un "fraternal" abrazo del oso. Chirac y Schröder, los entonces máximos dirigentes del "Eje" franco-germano le abrieron los brazos como diciendo "éste no nos va a causar los problemas que su predecesor, ya viene manso y dócil al redil para poder presumir de europeísmo".

Pronto se vio que toda España y el futuro de la misma, eran moneda de cambio que Zapatero no dudaba en utilizar con tal de sacar adelante Leyes caprichosas, Presupuestos que asfaltaban la autopista a la crisis o incluso votaciones parlamentarias de índole menor. El suicidio que para la Constitución significó el "Estatut" catalán evidenció la disponibilidad de Zapatero a aceptar cualquier exigencia con tal de restregarle al PP una victoria parlamentaria y aislar a la oposición acusándola de una soledad, que en la primera legislatura incluso dignificaba al partido dirigido (y desactivado) por Rajoy.

Sin duda la más hiriente de las cesiones de Zapatero fue la realizada ante el entramado asesino de e.t.a., apenas abortado en una primera fase por el movimiento ciudadano capitaneado por las víctimas y que obligó a que la negociación fuera menos evidente y a realizar las pantomimas de ruptura para dejar con la conciencia tranquila a los votantes zombies del PSOE.

Los actuales Presupuestos fueron aprobados gracias a una cesión general del PSOE a las exigencias del PNV, puenteando al PSE de Patxi López. No es anormal ni extravagante que el PNV alargue la vida política del peor presidente de la historia de España. En su mentalidad de nacionalismo tribal, es sencillo lanzar la idea de que la culpa de la situación de la sociedad no es de un presidente inepto y de un gobierno incapaz y con altas dosis de traición al Estado, sino que la culpa es de la propia España y que la solución es la independencia de la misma.





Hoy en el congreso, en la aprobación preliminar de la reforma de la negociación colectiva, de nuevo ante el PNV, el Gobierno y el PSOE (seamos realistas, no hay diferencia relevante entre ambos conceptos) lo han vuelto a hacer. Ceder un todo, en esta ocasión casi a cambio de nada, porque en la siguiente fase del proceso legislativo los nacionalistas pueden volver a exigir cesiones como si las de hoy no se hubieran realizado. Hasta tal punto es vergonzante la situación que el propio portavoz del PNV se cachondea ante las cámaras de que nunca han obtenido tanto por una abstención. No es capaz de controlar la risa floja que la flojera de un gobierno que ofrece saldos con el futuro de los españoles, le produce.

La mayor parte de las cesiones permanecen en la oscuridad y el secreto (como tantas cosas negociadas por este Gobierno, sin duda el menos transparente que hemos padecido en democracia), pero una que ha trascendido es la concesión de prioridad del convenio autonómico sobre el estatal. Para algunos supondrá un triunfo del principio de subsidiariedad. Para otros, entre los que me encuentro, sabiendo la deslealtad sistemática de casi todos los Gobiernos autonómicos, eso sólo servirá para reforzar las taifas y compartimentar aún más el mercado laboral español, transformado en un puzzle de diecisiete piezas que ahuyenta a los inversores y empresas internacionales y espolea a los nacionales a salir fuera de España. Los Gobiernos autonómicos usarán esa posibilidad, de confirmarse el proyecto de Ley, como un modo de comprar y pagar favores, privilegiar a una casta de sindicalistas y trabajadores que supongan una buena remesa de voto cautivo y hacer competencia desleal a los funcionarios estatales o a las comunidades autónomas vecinas.

Zapatero presumirá hoy de musculatura parlamentaria, sacando pecho y levantando barbilla por un triunfo a los puntos y en los penaltys como si fuera una goleada al PP, a quien odia lo suficiente como para hacer de España el sanguinolento campo donde asestarle puñaladas que en realidad desangran al país más que a la oposición.

Cuantos más meses resten hasta las elecciones generales, más sangrante será el escaparate de los saldos de un Presidente que nos deja muchas heridas abiertas, muchas hemorragias que necesitarán, en el mejor de los casos, muchos años de sutura.

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