viernes, 3 de diciembre de 2010

Aquiles Zapatero y la tortuga de la crisis

Zenón de Elea, queriendo apoyar la doctrina parmenídea sobre lo ilusorio del mundo sensible, estableció su famosa paradoja de Aquiles y la tortuga. El trágico héroe griego corría contra una tortuga a la que -por su vanidad y excesiva confianza en su velocidad- dejaba sustancial ventaja. Alegaba Zenón en su aporía que Aquiles jamás llegaría a alcanzar a la tortuga, puesto que siempre que hubiera recorrido el espacio que le separaba de ella, el quelonio habría avanzado un trecho más.

Siglos después, el cálculo infinitesimal desvencijaría la paradoja falsídica del de Elea. Pero del elegante razonamiento del discípulo de Parménides podemos extraer un curioso paralelismo con la interminable crisis económica y la funesta actuación del Gobierno de España.

Zapatero, henchido de soberbia, prendado de sí mismo, llegó a negar la crisis primero, ensayó interminables vericuetos dialécticos para ocultarla después y finalmente la achacó a los malos de la película (Bush, Aznar, los "mercados" y especuladores) y profetizó su final inminente. De hecho, casi pasó de negar su existencia a asegurar que ya estaba remitiendo. Se negó en redondo a combatirla, pues eso suponía aceptarla y tragarse sus palabras (algo que por lo general no le cuesta demasiado, pero en este caso sí porque entendía que suponía claudicar a la "dictadura del mercado"). Cuando le obligaron a actuar, lo hizo con medidas populistas y tardías.

Durante todo ese tiempo, no inferior al año y medio, Aquiles Zapatero le ha dado mucha ventaja a la crisis, al igual que el corredor de la paradoja hizo con la tortuga. Primero en mayo y ahora de nuevo a finales de año, Zapatero a regañadientes y bajo tremendas presiones internacionales ha renegado de sus muy publicitados ideales para aprobar las medidas que habrían sido eficaces contra la crisis hace 3 años. Algunas de ellas sólo suponen la eliminación de decisiones que empeoraron la situación agravando el déficit (la supuesta devolución de 400 euros por parte de Hacienda, los 2.500 euros por hijo y los 426 euros a parados de larga duración, medidas letales para el país pero muy efectivas a nivel electoral para el PSOE).

Pero hete aquí que cuando el valeroso Aquiles Zapatero ha recorrido ese trecho que supone adoptar estas medidas que tanto le cuesta tomar... la tortuga de la crisis ha avanzado otro trecho más, dejando a su competidor de nuevo retrasado.

Y es que las imprescindibles medidas de mayo y las actuales de diciembre, tan sólo han servido para ganar algo de tiempo y permitir abaratar la prima de riesgo de la deuda pública española con el invencible bund alemán. Es decir, no se consigue atajar la crisis, tan sólo seguir financiando un Estado que se desangra en el despilfarro de sus diecisiete irresponsables autonomías, tan caprichosas y soberbias en sus gastos como pedigüeñas y victimistas en sus exigencias de más y más dinero.

Lamentablemente para nosotros, ni Zapatero es el heroico Aquiles de los pies ligeros y arrojo sin par, ni la crisis es una tortuga lenta y sosegada, más bien una manada de bisontes que antes venía de frente, pero ahora nos atropella sin piedad.

Una de las características esenciales de un buen gobernante es ir por delante de los acontecimientos. Algún día se debería estudiar cómo Zapatero ha hecho con la crisis justo lo contrario. Siempre ha ido a remolque, primero dejándose llevar por la estúpida soberbia de que "eso no le podía estar pasando a él" y luego por no querer reconocer que él y su política, lejos de ser una solución o vacuna, eran justamente el problema más grave, la cepa más peligrosa del virus de la crisis. La improvisación forzada de Zapatero sólo supone una bombona de oxígeno medio vacía. Es cuestión de tiempo que se agote, pero seguiremos bajo el agua cuando lo haga. ¿Qué será lo próximo? ¿Abolir el PER y sus numerosos sucedáneos? ¿Reducción del número de ayuntamientos? ¿Despidos de funcionarios? ¿Limitar por ley el déficit de las Administraciones Públicas como ahora propone Rajoy?

Todas esas medidas probables en el futuro y las ya tomadas, habrían sido una buena protección contra la crisis o al menos una buena manera de limitar sus daños hace un lustro, o al menos, al principio de la actual legislatura, cuando la reciente victoria electoral legitimaba un reformismo mesurado. Ahora, son parches. El deterioro de la situación es tal que lo que antes era eficaz ahora sólo supone una descarga de electricidad que estimula transitoriamente al moribundo. De igual modo que un trasplante de médula puede salvar la vida de un paciente de leucemia si se realiza a tiempo, pero no cuando ya se ha dejado que el mal se desate en una metástasis generalizada por muchos otros tejidos del organismo.

Zapatero va con tres años de retraso como mínimo. Si España tiene un rapto de lucidez, lo máximo que él puede perder, es el sillón. Los españoles, en el mejor de los casos, podemos haber perdido una década.


1 comentario:

  1. Yo propongo que empecemos todos a pedir un profundo cambio politico, y que alcemos todos nuestra voz pidiendo una MERITOCRACIA

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