Para combatir la crisis financiera del 2008 y el 2009 y con la finalidad de evitar lo que se ha dado en denominar con el simpático nombre de "corridas bancarias" (sucesivas quiebras bancarias enlazadas como la caída de fichas de dominó, al modo ocurrido durante el "crack del 29") los Gobiernos perpetraron costosísimos planes de rescate financiero o "bail-outs" a cargo de fondos públicos.
Asimismo, al calor del aquelarre keynesiano y con la intención de estimular la demanda agregada, los gobernantes más torpes han disparado un ya de por sí desbocado déficit público alegando combatir el paro con medidas tan cosméticas y contraproducentes como el tristemente célebre Plan E español. De resultas de estas y otras medidas, el mercado de deuda pública se ha visto saturado por abrumadoras emisiones de bonos de deuda soberana. Los países que se reúnen en numerosos foros multilaterales buscando una solución conjunta a la crisis luego se ven obligados a competir en busca de una financiación imprescindible para seguir ejecutando planes que en la mayoría de los casos, si no agravan la recesión, sí dificultan la salida de ella.
Es aquí cuando el mercado, pese a las numerosas mordazas y grilletes impuestas desde el poder político, lleva a cabo una evaluación del producto "deuda pública" creando una serie de mecanismos e índices más o menos complejos. Uno de los índices más reveladores es el EMBI (EMERGING MARKETS BONDS INDEX) o "riesgo-país", que indica el riesgo de que un país entre en impago (default).
El funcionamiento es más sencillo de lo que puede parecer a primera vista: los Estados emiten deuda en forma de bonos, obligaciones de pago del nominal al final del periodo de vigencia del bono. Además, el comprador del bono recibe anualmente un rendimiento por parte del Estado. En España, estos bonos se llaman LETRAS DEL TESORO.
El EMBI (índice creado por JP Morgan en los noventa) hace un seguimiento de la evolución de los rendimientos de nuestras LETRAS DEL TESORO por las que los compradores reciben una tasa de interés anual. Si los compradores están muy interesados en nuestras Letras del Tesoro, significará que confían en que España podrá hacer frente a sus pagos a medio y largo plazo. De ser así, nuestras Letras del Tesoro no necesitarán ofrecer a los compradores un gran interés anual, porque la "marca España" será por sí suficientemente atractiva para vender el producto “deuda española”.
Pero si la confianza en que España afronte sus pagos se resquebraja, el Tesoro deberá ofrecer mayor interés anual a los compradores, para que prefieran comprar bonos españoles a los de otros países que se consideran más fiables. Así pues, a mayor sobretasa del interés anual, menor confianza de los mercados en el emisor del bono.
Esto carece de complejidad si tenemos en cuenta que toda inversión tiene dos elementos esenciales: retorno y riesgo. Si al comprar el producto A asumimos un mayor riesgo que adquiriendo el producto sustitutivo B, es porque esperamos mayor tasa de retorno al comprar A en vez de B.
Ahora bien, puede que el comprador de bonos del país X además quiera asegurarse el retorno del nominal incluso aunque el emisor del bono haya quebrado. Para ello, tiene la opción de contratar un seguro sobre el posible impago, pagando una prima anual que le permitirá, en caso de quiebra del emisor de la deuda, recuperar el nominal invertido en el bono. Estos seguros de impago reciben el nombre de CREDIT DEFAULT SWAPS (CDS) y como es lógico, son más caros cuanto mayor sea el riesgo de impago del producto que aseguran. A más posibilidades de quiebra del emisor de deuda, más cara es la prima por asegurar el nominal de esa deuda.
El funcionamiento de los CDS ha sido muy bien explicado por Eetión en esta didáctica entrada que recomiendo encarecidamente.
Así pues, la evolución de la prima (spread) cobrada por un CDS sobre el bono de un país nos da una idea de la opinión del mercado sobre los riesgos inherentes a dicho país. Es una señal aproximada por lo restringido del mercado de los CDS (pocos emisores y un mercado muy complejo y profesionalizado al que no suelen acceder más que inversores profesionales), pero como indicador de tendencias generalistas, cumple una importante labor informativa en el mercado de Deuda Pública.
Hay que tener en cuenta que el EMBI es un índice comparativo, así que necesita tener una referencia, esto es, un valor que se considere de riesgo cero y con el que comparar el resto de bonos. En nuestro entorno, ese valor es el bund alemán (unidad de deuda pública alemana) porque los inversores consideran que Alemania es el país con menos riesgo de impago (default). Este gráfico nos muestra la evolución temporal del spread de los CDS de diversos países.
¿Quiénes son los especuladores? Sencillamente, personas físicas o jurídicas que tratan de maximizar su beneficio. La visión socialista de la economía como juego de suma cero conlleva la condena de las ganancias, pues siempre ve como necesaria la pérdida ruinosa de uno para que otro gane. El especulador actúa dentro del mercado comprando y vendiendo, pero su labor lejos de resultar semejante a la de un ave de rapiña es más similar a la de un bibliotecario que rastrea información y al actuar intentando maximizar su beneficio, también emite una valiosa información al mercado.
especular2.
(Del lat. speculāri).
Si bien el hecho de efectuar operaciones con la esperanza de obtener beneficios debidos a las variaciones de precios y cambios, está muy lejos de ser una actividad ilegal o siquiera reprochable. Prácticamente todos hemos sido especuladores en algún momento. ¿Cuándo es realmente reprochable la especulación? Desde mi humilde punto de vista, cuando el especulador tiene la capacidad de modificar las circunstancias principales del mercado a su antojo sin que se deriven por ello responsabilidades que puedan afectarle, como por ejemplo han hecho los Estados mediante las devaluaciones, los “corralitos financieros”, la emisión alocada de deuda pública, la emisión masiva de moneda o la manipulación por los Bancos Centrales de los tipos de interés.