sábado, 11 de diciembre de 2010

Vargas Llosa recibiendo el Nobel: un discurso imprescindible

Pasarán muchos años hasta que a un liberal de tomo y lomo se le vuelva a proporcionar una tribuna tan mediática como el Nobel para poder decir unas cuantas verdades bien dichas. La Academia Sueca, tan amiga de lo políticamente correcto (es decir, del buenismo dominante que no es más que una máscara más del colectivismo que impera por doquier), ha profanado el sentido común otorgando premios de la paz a gente como el asesino Arafat, el manipulador Al Gore, un Obama apenas estrenado o la ONU, organización donde las peores dictaduras se ven tan representadas como las mejores democracias y se permite que las primeras traten a las segundas de tú a tú, como si su legitimidad fuera la misma.

Numerosas veces, el premio Nobel de Economía ha conllevado también su buena dosis de adoctrinamiento ideológico, como el que supuso la concesión a Paul Krugman. Incluso el Nobel de Literatura ha supuesto la promoción del colectivismo más rancio al ser otorgado a literatos que -independientemente de su mérito artístico- eran acérrimos defensores de ideologías trasnochadas (El recientemente difunto José Saramago es el ejemplo más cercano a nuestra cultura).

En un lapso de brillantez, los dos premios Nobel con más repercusión han recaído este año sobre dos figuras que se oponen al estatismo: El disidente chino Liu Xiaobo, ausente en la concesión del premio por la minucia de estar encarcelado por el régimen del gigante asiático, y el peruano y español Mario Vargas Llosa. ¿Cuándo hemos podido disfrutar de un discurso potente y sin grietas, valiente y firme como el que nos deja párrafos tan impagables como éstos?
Camus y Orwell [me enseñaron], que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada.

Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo
Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral
En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista y creí que el socialismo sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales.[...] Mi decepción del estatismo y el colectivismo y mi tránsito hacia el demócrata y el liberal que soy [...]fue largo, difícil, y se llevó a cabo despacio y a raíz de episodios como la conversión de la Revolución Cubana, que me había entusiasmado al principio, al modelo autoritario y vertical de la Unión Soviética, el testimonio de los disidentes que conseguía escurrirse entre las alambradas del Gulag, la invasión de Checoeslovaquia por los países del Pacto de Varsovia, y gracias a pensadores como Raymond Aron, Jean-François Revel, Isaiah Berlin y Karl Popper,
Padecemos menos dictaduras que antaño, sólo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudodemocracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua.
Es lamentable que los gobiernos democráticos, en vez de dar el ejemplo, solidarizándose con quienes, como las Damas de Blanco en Cuba, los resistentes venezolanos, o Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo, que se enfrentan con temeridad a las dictaduras que sufren, se muestren a menudo complacientes no con ellos sino con sus verdugos. Aquellos valientes, luchando por su libertad, también luchan por la nuestra.
[...]la transición española de la dictadura a la democracia ha sido una de las mejores historias de los tiempos modernos,

Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz.
Detesto toda forma de nacionalismo, ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con
la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia,






Señores, señoras, con ustedes, el Premio Nobel de Literatura 2010, el excelentísimo señor, don Mario Vargas Llosa. Lean, disfruten y reflexionen.



3 comentarios:

  1. Siento que al convertirse en liberal M.V.LL haya perdido capacidad narrativa. Como liberal no ha creado nada; como escritor creó personajes indelebles como don Cayo, la quintaesencia del poder absoluto. Premio Nobel merecido, pero no por su liberalismo, meritorio cuanto sea, sino por su capacidad creativa en su juventud.

    ResponderEliminar
  2. Nairu, sin duda un discurso de referencia. Me alegro de verte por aquí. Bienvenido.

    Luis, siempre bienvenido. Muy extrema me parece tu opinión. Sin duda, aciertas en el que Nobel no se lo han dado por liberal, más bien al revés, se lo habrán dado a pesar de ello. ¿Realmente crees que la literatura de Vargas Llosa no supone creación de calidad en los últimos veinte o treinta años?

    ResponderEliminar